Alcaldes veracruzanos y comandantes de policías municipales deberían empezar a preocuparse luego de que, por fin, el gobierno federal empezó a dejar de darle solo abrazos a los grupos criminales.
Y al abordar temas seguridad vale preguntar ¿cómo que el senador Manuel Huerta dice que el arco de seguridad (retén) que opera en Tamarindo, en el municipio de Puente Nacional, no sirve para nada? Sí sirve y lo saben los xalapeños y habitantes de la zona de la capital que van hacia la costa.
Pero con respecto a la preocupación que deben empezar a tener ediles y comandantes municipales, es por la posibilidad que se extienda el Operativo Enjambre mediante el cual fueron detenidos, en el Estado de México, una alcaldesa, tres directores de policías y otros tres funcionarios (siete más andan huyendo, entre ellos dos alcaldes) acusados de tener vínculos con distintos cárteles que cometían asesinatos, extorsiones y secuestros.
Durante los seis años de gobierno de López Obrador la delincuencia organizada estuvo de fiesta. No solo hicieron lo que quisieron contra la población civil en amplias zonas del país, sino que mataron o corrieron a balazos de sus zonas de influencia a policías, soldados y marinos.
Ahora empieza a ser distinto. Han ocurrido varias detenciones de relativa importancia y acaba de ocurrir lo del Operativo Enjambre, que derivó en siete detenciones y un suicidio. ¿Cómo andamos en Veracruz en materia de colusión entre autoridades municipales y los cárteles?
De acuerdo con lo que vemos y resentimos los veracruzanos la complicidad está muy extendida. Hay alcaldes y directores de policías municipales que no mueven un dedo contra los delincuentes. Incluso, desde el Gobierno del Estado se ha advertido que hay presidentes municipales con relaciones muy peligrosas.
La gente, en cada municipio, sabe muy bien si su alcalde está relacionado con la maña o si sus comandantes, directores de Tránsito, tesoreros y responsables de Obras Públicas fueron impuestos por los jefes criminales de la plaza.
En fin, está dicho y visto que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero varios alcaldes en Veracruz deberían de poner sus barbas a remojar tras lo sucedido en el Estado de México.
No vaya siendo que el Operativo Enjambre lo tropicalicen y por acá un día de estos escuchemos un Operativo Petróleo, un Operativo Caña o un Operativo Sur.
Y con relación a lo declarado por el senador Manuel Huerta, en el sentido de que el arco de seguridad instalado en forma permanente en Tamarindo (entre Xalapa y Cardel) no sirve para nada, puede asegurarse que medio Xalapa sí sabe para qué sirve.
Sirve, y cumple muy bien su función, para entorpecer el tránsito vehicular. Eso lo logra con creces. Vaya forma de retrasar a automovilistas y camioneros en sus trayectos hacia Veracruz o hacia el norte del Estado.
De ahí en fuera, como lo dice el senador de Morena, no sirve para nada. ¿Qué detención importante se ha logrado en ese lugar? ¿Cuántos charpes, piedras o pistolas calibre 22 se han decomisado?
El día que lo quiten o dejen de obstruir el tránsito por los carriles disponibles, miles lo agradecerán.