Este es el domingo tan esperado por todos los mexicanos: el día de las elecciones. Este día estamos llamados a vivirlo desde nuestra identidad, en lo total de nuestro ser; como si todo estuviera en nuestras manos, pero con la conciencia que la nación se construye en familia, como equipo, como conciudadanos, y parte de la identidad nacional es la diferencia de opinión, las maneras distintas de posicionarse, pero, buscar la unidad, precisamente en el respeto por la diversidad.
Desde luego en acción de gracias a Dios que ha hecho a sus hijos libres y con capacidad de decisión, con una voluntad que nadie puede empeñar. La primera llamada de este día es a mirar al cielo agradecidos por todo lo que Dios ha confiado en las pequeñas y frágiles manos humanas.
Otra actitud es la confianza, ponerlo todo en las manos de Dios, todo es de Él, es el Dios del amor y la ternura que siempre camina junto a sus hijos, que no se esconde, no abandona cuando la situación comienza a ponerse tensa. En la oración personal, en la eucaristía comunitaria, refrendar la confianza en Dios, en el Dios que siempre ha intervenido en favor de su pueblo, que es cercano, acompaña y se hace el encontradizo.
El domingo es el día de la familia: son comunes las estampas en las que en domingo la familia se reúne para ir a la eucaristía, para estar en los parques de la ciudad, para comer juntos, ir al cine, estar en la plaza, asistir a los juegos de los hijos, en fin. La nota que distingue al domingo es que es un día muy familiar. Pues en este ambiente familiar ir a votar como familia, los adultos votando según un voto discernido, y los pequeños aprendiendo desde la más tierna infancia las implicaciones de la vida social, sintiendo el orgullo de intervenir en las decisiones más importantes. Si desde pequeños ven cómo sus padres y hermanos son ciudadanos responsables, ellos serán herederos y custodios de esta responsabilidad civil. Entonces, estamos seguros que habrá condiciones para erradicar el abstencionismo.
Por último, el día de las elecciones no es el final, es el principio de un compromiso decidido. Gane quien gane, el resultado sea el que fuera, la construcción de la nación es tarea de todos. Sumándose, involucrándose cada uno desde su trinchera, construyendo cada día la Nación Mexicana, esa es la tarea compartida de todos, por encima de tantas diferencias, lo fundamental es la construcción continua de una mejor nación.