Para el mes de julio de 2024, la intención del papa Francisco es por los enfermos, especialmente para que el sacramento de la Unción de los Enfermos dé a las personas que lo reciben y a sus seres queridos la fuerza del Señor, y se convierta cada vez más para todos en un signo visible de compasión y esperanza.
El sacramento de la Unción se coloca dentro de los llamados sacramentos de curación. Jesús mismo hizo una opción y compromiso de vida con todos los aquejados por diversos males espirituales y corporales, actúo como un verdadero médico que se acercaba a la periferia de la enfermedad y socorrió con amor y dedicación a ciegos, leprosos, paralíticos, sordos, mudos y aquejados por diferentes males.
De hecho, uno de los signos de la llegada del Mesías era, precisamente, que los enfermos recuperaban la salud, la acción de Cristo desde el comienzo de su ministerio hasta el final, ha sido la de un compromiso serio y decidido en favor de los enfermos. Su actuar no fue sólo el de curar los males del cuerpo, sino, también y sobre todo, los males espirituales. Tal parece que hay una conexión entre las enfermedades del espíritu con las reacciones del cuerpo. Jesús no negó la enfermedad, la aceptó, se acercó a ella, tocó su crudeza y le dio una comprensión distinta a la que existía en su época al respecto, cambió esas ideas extrañas y vengativas del mal y del dolor.
La Iglesia en sus orígenes vivió este compromiso con verdadera dedicación, la función de los diáconos en la primitiva organización de la comunidad era la atención de los enfermos, de los pobres, de las viudas, y es en la Carta de Santiago donde se observa el delicado cuidado de los pastores hacia los enfermos: “si alguien de la comunidad está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia para que oren sobre él y lo unjan con óleo en nombre del Señor” (cfr. Sant. 5,14).
Desde la era apostólica hasta el presente, el acompañamiento de los enfermos, la oración por ellos y la administración del sacramento de la unción es una de las prioridades directas de la Iglesia que se sabe deudora de la acción del Señor en el mundo.
La llamada del papa es para que quienes reciben este sacramento, tanto como sus familiares, experimenten la fuerza que viene del Señor y hable de una pastoral de la compasión y la esperanza, en este mundo en el que la salud es tan vulnerada y en el que, con honestidad, pocos pueden jactarse de serlo.