A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que alzar la voz, no por ambición o vanidad, sino por la necesidad urgente de defender lo que han ganado con esfuerzo, lágrimas y sacrificios.
Las victorias femeninas nunca han sido obsequios; son el resultado de batallas intensas, ganadas en medio de barreras visibles e invisibles. El poder femenino ha sido una rareza incómoda para quienes se ven así mismos como los legítimos herederos del poder.
Hoy en Veracruz, la historia vuelve a repetirse. Una vez más, las mujeres han logrado lo que durante siglos se consideró imposible: Norma Rocío Nahle García fue elegida gobernadora de uno de los estados más importantes de la República.
La historia está llena de mujeres que se negaron a aceptar los límites impuestos por una sociedad dominada por hombres. Eleanor Roosevelt, enfrentó los prejuicios de su tiempo, no solo como esposa de un presidente, sino como líder que moldeó la política internacional. Ella no heredó el poder, lo construyó con tenacidad rompiendo las expectativas de una sociedad que intentaba reducirla a una figura decorativa.
En la ciencia Marie Curie, la primera persona en ganar dos premios Nobel en diferentes disciplinas, destacan por su determinación.
Estas mujeres no esperaron a que se le abrieran las puertas; las derribaron a fuerza de trabajo y perseverancia. Lo que une a estas mujeres, es la comprensión de que ninguna de ellas lo logró sola.
Las victorias de las mujeres no son moneda de cambio en los juegos de poder. No podemos aceptar que se cuestione la capacidad de una mujer para gobernar o que se minimicen sus logros, atribuyéndolos a otros por su género.
En otro contexto, como cada seis años, comienza un nuevo sexenio. Para algunos, este le pareció pequeño y quisieran que nunca terminara. Para otros, este le pareció eterno y desearían que nunca hubiera comenzado. Pero como el tiempo es objetivo y no subjetivo, resulta para todos que duró dos mil 131 días. Ni uno más ni uno menos.
¡El reloj político avanza sin retroceso! “El tiempo nunca se detiene ni se retrasa ni se anticipa”.
Funciona a plenitud y con absoluta autonomía. No requiere de nuestro auxilio ni solicita mantenimiento, ni exige combustible. No se descompone ni se desgasta ni perece. Es infalible y eterno. El tiempo es, por excelencia, el sistema perfecto. Pero además, el tiempo nunca es neutral. Siempre corre a favor o en contra. Todos vivimos en el tiempo.
Todos nos acontece dentro del tiempo. Solamente los muertos no viven en el tiempo. Ellos viven en el recuerdo. En aquel lugar que está fuera del tiempo y más allá de él. En muchas ocasiones, los humanos confundimos el recuerdo con el pasado. Así como también muchas veces confundimos la premonición con el futuro. Esto es riesgoso y peligroso. El recuerdo no es el pasado, así como la imaginación no es el futuro. El pasado y el futuro son espacios temporales.
El recuerdo y la imaginación son ejercicios dimensionales. El poder tiene sus reglas: destruye al que lo usa sin medida, pero también al que, debiendo ejercerlo, lo rehúye. Porque en la hueca corona que ciñe las sienes mortales de un rey, la muerte tiene su corte. William Shakespeare, El Rey Ricardo II.
Equidad no es lo mismo que igualdad. Por equidad nos referimos a que las oportunidades sean equitativas para acceder a los factores que hacen posible que la gente pueda generar cierto ingreso Y acceder a cierto nivel de bienestar.
En una sociedad equitativa, podemos escoger el tiempo de vida que queremos, ya sea en términos de educación, para obtener un crédito.