Asistimos a una verdadera y alarmante convulsión generalizada. Por todos lados del planeta observamos un contraste espeluznante. La estrepitosa crecida en el mundo de las tecnologías que, día a día se superan cada vez más y adquieren alcances insospechados, a tal grado de poner la confianza, la seguridad y hasta una especie de afecto a un motor con algoritmos que demanda atención y amor, pero que no tiene la capacidad de amar, aunque algunas veces la ilusión llevara a pensar que sí.
Un mundo lleno de guerras, odios, rencor, divisiones, muertes, enfermedades que no se curan y todo tipo de ataques que se mantienen sólo para evidenciar quién es el más fuerte. Una agitación por todos lados que hace sentir sus efectos alarmantes.
La famosa expresión que se atribuye al Doctor de la gracia, en la que insiste que en lo esencial es imprescindible la unidad, orienta en el compromiso serio en favor de unas mejores condiciones de vida para todos. Lamentablemente las muertes, el odio, las guerras, la división no están sólo más allá de las fronteras de nuestra nación.
Desgraciadamente este escenario sombrío está muy cerca de nosotros. La educación que no consigue sus fines, el pisoteo de las instituciones, la falta de seguridad, de condiciones de salud, los alarmantes índices de violencia, entre tantas situaciones más que tocan la vida de todos.
¿Qué es lo esencial?, ¿hay algo que reclame nuestra unidad?, cuando Agustín habla de la unidad en lo esencial, lo esencial es el ser humano, la vida, el cuidado del otro, el respeto por los demás y la promoción de sus derechos. En estas épocas cruciales en las que se encuentra la nación es crucial volver a lo esencial y mostrar esa unidad que siempre nos ha sacado adelante.
Hay cosas que no son esenciales, son opinables, y en los temas de opinión, como dijo el obispo de Hipona, ahí sí entra la libertad, establecer las condiciones necesarias para que todos, desde una estructura que cultive la libertad puedan hacer oír su voz y sus razonamientos.
En la emergencia nacional hay espacios en los que cada quien es libre de expresar lo que siente y piensa, sobre cuestiones de margen; acoger con respeto y estima lo que dice es una muestra de tolerancia en este ambiente que mutila y que está plagado de intolerancia y hostilidad. San Agustín dice que, por encima de la unidad y la libertad, está la caridad, el amor se impone, esperemos ese recurso sea suficiente para sacar a México adelante.