Digo si el creador creó este principio negativo denominado Satán, no es para que suframos sin razón, sino para fortalecernos en la adversidad. Pero solo en la medida que dejemos nuestro papel de víctimas, superaremos los desafíos.
Entregarnos al proceso espiritual necesario a pesar de las dificultades, nos llevará a ganar. Soltarlo todo. Asumir la responsabilidad total de nuestros pensamientos y acciones, nos conducirá por el camino de la luz. Poseer la vehemente y humilde actitud de que nada nos pertenece. Nada. Todo es prestado.
El tiempo es lo más valioso que tenemos. Es la moneda de cambio con el Universo. Entenderlo es el primer paso hacia el camino de la luz, que a todos nos espera.
Depende de nosotros mismos cuánto tiempo nos tardemos en verlo.
Aunado a esto, la Creación no entiende de la negatividad. "No pienses en una montaña". Satán quiere que nos hundamos en sentimientos de culpa, desamparo, desesperanza, emociones que la luz ni siquiera reconoce. Pero si corregimos y aceptamos nuestros errores, en ese momento, nos abrimos a que la luz entre, penetre y envuelva la situación.
Con la luz, todo se puede arreglar. Siempre hay una salida. Si empezamos a ver la luz que hay detrás de todo, incluso de las situaciones malas. Satán no tendrá poder.
Ahora bien, el Universo se rige por un sistema. Existen leyes universales que funcionan hasta en el lugar más recóndito. Uno de los principios fundamentales de ese sistema es la Ley de Causa y Efecto. La tercera Ley de Newton establece "A toda acción le corresponde una reacción igual en magnitud, pero de sentido contrario".
La ley del karma es una interpretación energética de esa ley, y asegura que cada individuo vive las consecuencias de sus propios actos, ya sean positivos o negativos. La palabra karma significa "acción" y esta se refiere a nuestras acciones físicas, verbales y mentales.
La ley de la cosecha. "El que siembra vientos, recoge tempestades". Las parábolas son la expresión simbólica de realidades superiores. Fueron el instrumento pedagógico del maestro. A través de ellas proyectaba su cosmovisión, su mundo simbólico interior, y al mismo tiempo se iba enriqueciendo con experiencias cotidianas de calidad. Jesús expresa en el Evangelio: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así haced vosotros con ellos".
Yehuda Berg le llama "medida por medida". Es sencillamente, una ley espiritual universal y que es tan simple como las leyes que gobiernan el espacio. Así como la Ley de la Gravedad no distingue personas ni cosas. Ni personalidades, ni situación económica ni estatus, ni poder. Una rama le puede caer encima a un mendigo o a un millonario. De la misma manera, existe una correlación directa, una proporción de un año a uno entre los pensamientos y acciones de cada ser.
Es simple. Se trata de energía espiritual. En la medida que juzgues a los demás, serás juzgado. En la medida que seas egoísta, cosecharás egoísmo. En la medida que odies, serás odiado.
En la medida que ames, serás amado. En la medida que cuides a los demás, los demás cuidarán de ti.
Todo mundo es puesto a prueba. Todo mundo está sujeto al principio de "medida por medida". Obtenemos exactamente lo que damos. Para bien o para mal. Así que, la "guerra más santa" que podemos librar es contra nuestro propio ego. Nuestro gran adversario.
Su trabajo es incitar al egoísmo en todas sus manifestaciones. Egocentrismo, baja autoestima, depresión, enojo, celos, preocupación, miedo, Satán prospera en la necesidad y la decepción. La negatividad, el cinismo y la envidia.