Justo cuando se va el presidente oficialmente del gobierno, los efectos de sus políticas públicas alcanzan a la nación.
Como si fuera poco el entarimado que están montando electoralmente, para legalizar más adelante una autocracia que tomará forma a partir de mañana jueves, cuando los magistrados del Tribunal Electoral Federal legalicen el robo al voto ciudadano y enquisten una sobrerrepresentación a favor de Morena y sus partidos garrapatas, para que tengan mayoría calificada y cambien la Constitución cuantas veces quieran, lo más grave para nuestro país está por ocurrir, con un rosario de malas noticias que auguran más pobreza y miseria para millones de compatriotas, que por dádivas salieron a sufragar a favor de sus verdugos.
¡El destino nos alcanzó! Y aunado a la terrible inseguridad que vivimos con asaltos, secuestros y asesinatos que trata el gobierno federal por todos los medios de ocultar, se viene ahora un desplome en el consumo nacional, no solo producto de la inflación acumulada que llevamos meses padeciendo, sino por la constante devaluación del peso frente a la moneda del país socio, en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con el que más intercambiamos mercancías en el planeta, que de 16.96 pesos que tenía antes de la elección federal del 2 de junio, ha pasado a 19.25 (ayer), registrando una depreciación del 12% en solo 60 días.
El pasado lunes 26 nos amanecimos con la nota, que periódicos especializados en economía nos dan, respecto a la fuga de capitales que en el segundo trimestre tuvimos (abril-junio), por un monto de 8 mil 233 millones de dólares, con la adenda que han salido recursos foráneos invertidos en instrumentos mexicanos en 16 de los últimos 23 trimestres, de acuerdo con el registro de la balanza de pagos.
Las alarmas se han prendido primordialmente en instituciones financieras, por las reformas que los diputados del PT, Verde y Morena están ejecutando sin leer siquiera, y solo porque don Andrés así se los ha ordenado, cosa que el mercado y su mano invisible no perdonan, y empiezan a pasar factura.
Salvo nuestra principal fuente de divisas, las remesas que envían nuestros paisanos que laboran en los Estados Unidos, expulsados por las nefastas políticas gubernamentales de antes y hoy, que no solo se mantienen sino se siguen incrementando, la segunda, correspondiente al petróleo, esta sigue en pique, cayéndose mes tras mes, pasando de un millón 602 mil barriles diarios en agosto de 2023, a un millón 497 mil del 24 de julio de este año.
La realidad nos dice que la desaceleración ya está aquí; que el PIB no arranca (solo está creciendo a razón de 1.3% durante este sexenio), el desempleo aumenta más en la región sur del país porque las mega-obras inútiles y anti-ambientales del gobierno de AMLO ya pararon, y para rematar, las tasas de interés de la deuda mexicana han aumentado, porque nuestra economía la empiezan a observar en el mundo financiero como muy riesgosa, por las reformas que el presidente exige se aprueben antes de que abandone el cargo.
Estamos empezando a vivir, desgraciadamente, el epítome de las políticas públicas demagógicas de un neo-caudillo, que dijo que al pobre hay que darle limosnas, porque cuando se necesita de ellos, nunca le fallan con su voto, como ocurrió el pasado 2 de junio.
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