Coincido ampliamente con la gobernadora electa Norma Rocío Nahle García en su mensaje en redes sociales que es importante partir de la conceptualización de gobernanza y de gobernabilidad que son fundamentales en el ámbito de la política y la gestión pública, ello para expresar correctamente las ideas y evitar confusiones.
La gobernabilidad, en términos simples, se refiere a la capacidad y habilidad de un gobierno para ejercer autoridad y gestionar asuntos públicos de manera efectiva, cumplir y hacer cumplir las leyes es el más claro ejemplo del concepto. Si hay gobernabilidad se alcanza la estabilidad del sistema político, a la vez que el Estado muestra la capacidad para responder a las demandas de la sociedad.
Lo anterior implica que el gobierno debe mantener el orden y la paz social, así como implementar políticas que satisfagan las necesidades de la población. Insisto, Rocío Nahle tiene la energía ya que está acostumbrada a resistir y luego imponerse. Y lo está demostrando.
En la política, como en la vida, los inicios y los finales suelen ser reveladores.
El liderazgo de las mujeres es más colaborativo y emocional, centrado en las personas, hacen política de manera distinta. Son cálidas y cariñosas, dóciles, amables, simpáticas, compasivas y empáticas. Son impulsivas. Son incapaces de tomar decisiones difíciles y rápidas. Son menos ambiciosas, más honestas, pacíficas y menos propensas a la corrupción.
Todas esas son estereotipos que reflejan las percepciones, con frecuencia contradictorias, que nuestras sociedades sostienen sobre las mujeres que ejercen el poder político, basándose en las construcciones tradicionales de los roles de género y las expectativas del comportamiento de mujeres y hombres. Desde que más mujeres llegan a las posiciones de poder han surgido numerosas investigaciones que buscan determinar si estos estereotipos tienen sustento en la realidad.
La literatura sobre el liderazgo político de las mujeres evidencia que, en efecto, las mujeres tienden a ser más colaborativas en el ejercicio del poder público. Las legisladoras suelen percibirse más dispuestas a buscar consensos y reconocer la importancia de la colaboración.
Las mujeres suelen distinguirse también por su manera de comunicar. Con mayor frecuencia que sus contrapartes masculinas, tienden a emplear lenguaje más personal y relacional, usando anécdotas personales o ejemplos de la vida diaria, para lograr la conexión más profunda con la ciudadanía. En cuanto a las políticas públicas, algunas mujeres también muestran prioridades particulares o distintas de las enarboladas por varones. Entre los ámbitos de acciones que con cierta frecuencia impulsan las mujeres están las políticas en favor de los derechos de las mujeres o de la niñez o las políticas medioambientales.
En un artículo anterior en este mismo espacio, reseñaba yo la resistencia a la reforma del poder judicial ha sido intensa. Organizaciones de sociedad civil, barra de abogados, organismos internacionales, los propios trabajadores de la judicatura están moviendo la aguja de las percepciones.
No son los políticos de siempre, ni los partidos desacreditados los que llevan el estandarte y quizá es eso lo que esté causando mella. En su lugar aparecen juzgadores, trabajadores administrativos de la judicatura que postean en redes sus motivaciones, sus miedos y se representan como personas reales. Una coalición diversa que quizá no logre parar los cambios constitucionales pero sí está complicado el cierre de la administración y el inicio de la siguiente. El foro público sigue abierto.