Subí a la tribuna de la Cámara de Diputados, con la convicción de quien sabe que su voz, aunque minoritaria, representa la esperanza de cientos de municipios olvidados. Mi reserva a la Ley de Ingresos 2025 no fue una simple propuesta legislativa, es un grito de justicia para Veracruz. Cuando presenté la modificación al artículo 23 de la Ley de Ingresos, sabía que me enfrentaba a un muro de intransigencia. El bloque oficialista de Morena, con su mayoría aplastante, tiene la proporción de votos para vetar, pero no la legitimidad para silenciar el debate y la crítica.
Mi propuesta es simple pero revolucionaria: convertir el estudio de ingreso-gasto de Hacienda en una verdadera herramienta de transformación social. No más informes burocráticos. Ahora, la secretaría debería presentar semestralmente un análisis que no solo diagnostique, sino que proponga soluciones concretas para reducir la desigualdad fiscal. El texto dictaminado por la mayoría oficialista refleja una visión complaciente y carente de compromiso con la equidad social.
Hablé de Veracruz, mis 212 municipios que son el reflejo más crudo de la desigualdad nacional. Mientras unos cuantos concentran recursos, la mayoría de nuestros ayuntamientos luchan contra la marginación económica. Mi reforma busca visibilizar esas brechas, exigir cuentas, obligar a la transparencia.
Mi argumento central es simple pero poderoso: la política fiscal no puede seguir siendo un instrumento de concentración de riqueza. Los deciles más bajos de ingreso siguen soportando una carga tributaria desproporcionada, mientras los beneficios fiscales se concentran en unos pocos. Sé que mi voz representa la disidencia. El bloque oficialista de Morena tiene los votos para ignorarme, para rechazar mi propuesta sin siquiera discutirla. Pero no vine al Congreso para ser callada, vine para dejar constancia de que existe una alternativa a la política económica actual.
Con todo, la voz de los auténticos legisladores de oposición, se distingue entre la marea oficialista. El PRI, con Alejandro Moreno a la cabeza, ya ha manifestado su rechazo a esta Ley de Ingresos. Quiero que cada peso público se justifique, que cada centavo llegue a quien realmente lo necesita. Cuando presenté mi reserva, sabía que estaba desafiando no solo a un gobierno, sino a un sistema completo de opacidad fiscal. Mi propuesta no puede interpretarse como una simple modificación legal: es un golpe directo a la discrecionalidad con la que se manejan los recursos públicos.
Les hablé de justicia, no de números. De familias que sobreviven en municipios olvidados. De comunidades que esperan que alguien, finalmente, ponga sobre la mesa la verdad de nuestra desigualdad fiscal. La mayoría de los ayuntamientos veracruzanos se encuentran marginados, mientras los fondos públicos se concentran en unos pocos municipios privilegiados, perpetuando una inequidad que afecta a millones de veracruzanos.
Esta realidad no solo limita las oportunidades de desarrollo económico, sino que también acentúa la desigualdad estructural en acceso a servicios básicos, infraestructura y programas sociales. Su intransigencia no es nueva: rechazan cualquier idea que provenga de la oposición, no porque carezca de mérito, sino porque su agenda está diseñada para consolidar un poder centralizado, opaco y discrecional. Su negativa es prueba de su falta de compromiso con la justicia social y con los principios republicanos que deberían regirnos.
X: @lorenapignon_