Hace unos días recibí la llamada de Liz, una amiga artesana de Orizaba. Ella tiene un proyecto llamado Mujeres que inspiran, el cual me conmueve profundamente. De manera periódica convoca a mujeres por las cuales ella siente admiración por su trabajo a favor de otras mujeres o por su trayectoria profesional.
En esos encuentros la admiración es convertida por Liz en muñecas personalizadas: preciosas y artesanales tienen los rasgos, el cabello y el atuendo lo más parecido a quienes representan.
Mujeres que inspiran es un evento que tiene un estilo propio, sin pretensiones. Goza de una libertad tan grande que su anfitriona ha homenajeado, por ejemplo, a la única Rectora que ha tenido la Universidad Veracruzana, a activistas indígenas de la Sierra de Zongolica, a antropólogas expertas en el peritaje sobre feminicidio, académicas, a sobrevivientes de feminicidio, activistas por la salud materna, funcionarias destacadas en su labor y también a jóvenes desaparecidas, entre otras mujeres dignas de reconocimiento.
En su diversidad de vida, quienes han tenido la oportunidad de recibir su muñeca personalizada en la emotiva reunión convocada por Liz, comparten la misma expresión de alegría y quedan sumamente conmovidas ante las palabras y los trazos convertidos en homenaje.
No es común que una mujer reconozca públicamente a otra. Sin zalamería ni ademanes fatuos, la sencillez y franqueza de esta artesana ha marcado un hito que después de siete encuentros sigue honrando con amor a las mujeres que admira.
Bueno, pero regresemos al punto en que Liz me llamó por teléfono. Era una invitación, pero en esta ocasión era diferente. La cita fue el viernes 2 de agosto en la Unidad Académica de Humanidades de la Universidad Veracruzana, en la ciudad de Xalapa.
Estaban presentes muchas “mujeres que inspiran”, pero en esta convocatoria especial el Colectivo de Búsqueda de Personas Desaparecidas “Familiares Enlaces Xalapa” era quien ocupaba un sitio muy especial.
Liz se dio a la tarea de elaborar muñecas y muñecos sanadores que representaban a la o el familiar que ha desaparecido. Retomó sus rasgos, adaptó prendas que cada familiar donó y que pertenecen a la o el familiar que buscan, para convertirlos en una imagen apegada en lo posible al recuerdo de quien espera.
Fue una ceremonia pública poderosa, intensa y a la vez dolorosa. Se mezclaba la añoranza con las lágrimas y el agradecimiento por tener en sus brazos a muñecos y muñecas de sanación, pero también de la memoria.
“¡Presente, ahora y siempre!”. Era la consigna con la que se recibía a cada muñeca, a cada muñeco. Fue imposible no conmoverse hasta las lágrimas y hasta la indignación. Jóvenes desaparecidas hace más de una década.
Casos llenos de burocracia y en callejones sin salida. Familias llenas de rabia con las autoridades sordas e infinitamente agradecidas con Liz por el respeto y compromiso ético con el que confeccionó la representación de sus desaparecidas y desaparecidos.
En el estado de Veracruz, en el primer semestre del año, han desaparecido 394 mujeres. Fueron localizadas 240. Abril fue el mes más voraz con 83 casos. Las más afectadas son las menores de edad, pues del número total ellas suman 212. Mayo fue el mes que vio desaparecer a más jovencitas con 51 casos.
Los municipios punteros son Veracruz con 57 desapariciones de mujeres mientras que Xalapa muestra 49.
Eventos como el del viernes pasado nos hacen recordar el oportunismo partidista para abordar el tema y después prácticamente abandonarlo. Sobre todo, nos asoma a la indiferencia y egoísmo de la población veracruzana. Su falta de empatía es luz verde a la indolencia gubernamental.
No esperemos a que vengan por nosotras o por las mujeres que amamos para entonces reaccionar. Ya es demasiado tarde ahora mismo para continuar con tanta indiferencia.
*Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana