Zongolica, Ver.- La libertad aún permite que cada quien pueda vestirse como quiera: catrín o catrina, pero debemos recordar que esta figura fue concebida por José Guadalupe Posada como una burla a los indígenas y mestizos ‘aspiracionistas’, mientras los que visten de Fredy Krueger o cualquier otro monstruo deberían tener presente que son la personificación de la violencia, que en México es sobrada, sostuvo la maestra indígena Lucía Tepole.
“La diversidad cultural en México es maravillosa, sobre todo en los días de muertos, -que es icónico ante los ojos del mundo-, pero cada región, pueblo y comunidad han existido con sus particularidades como herencia del sincretismo cultural, las cuales me parece están en una tormentosa deformación por la invisibilidad por aquellas que sean más folklóricas y, por la migración de quienes las siguen practicando y encuentran coyuntura para mostrarlas”, agregó.
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“¿Me pregunto si la aculturación ha encontrado rendija a través de una supuesta apreciación de la diversidad? También, me cuestiono si como padres/madres de familia estamos fortaleciendo las expresiones culturales de nuestra tierra, antes de permitir que se les muestre lo que hay en otros lugares y tengan claro lo propio y lo ajeno”, añadió.
¿Cómo han trabajado con los alumnos?
Sobre si como docentes están direccionando a que los alumnos conozcan el significado de sus propias raíces, tal como lo marca la Nueva Escuela Mexicana, afirmó: “Es el folklorismo de la mezcla entre Halloween y Xantolo la nueva tendencia del festejo del día de muertos en nuestras regiones”.
Subrayó que las libertades aún permiten que cada quien pueda vestirse como quiera, catrín o catrina.
En su opinión, “ganó el capitalismo, la mercadotecnia que impone la moda y la necesidad de hacer los festejos lo más vistosos posibles, lo más monumentales, el uno superando al otro, mientras se va diluyendo lo que queda de las tradiciones”.
Como sarcasmo dijo que, “hay quienes tanto han odiado a los gringos, que han decidido comprarle a James Bond el desfile de catrinas”.
La docente indígena señala que: “En esencia, se trata de celebrar todo lo que hay alrededor de la muerte, -amada o temida-, pero como dijera Macario, con la que nadie podrá evitar tener que bailar cuando sea la hora”.
Coinciden con su opinión vertida en sus redes sociales: María Cira Quechulpa Pérez, Rosa Alba Tepole Quiahua y Reynaldo Zavaleta Colotl. Al pueblo lo invitan a reflexionar, “porque somos conscientes y maduros en que nada pasará, pues nunca habrá autoridad que modifique sus criterios de circo, pan y vino”.
Subrayó que no puede aplaudirse algo con lo que uno no se siente identificado “cuando se ha dejado de lado la muestra de altares con los elementos y alimentos de nuestra tierra”, así como los sones y trajes tradicionales de la Sierra de Zongolica.
Decir que todo ello se hace en el seno del hogar no justifica excluirlo del escenario principal concluyó.