Atzacan, Ver.- La danza de los Moros es una herencia familiar, legado de padres a hijos y nietos, relata Luis Palos Solano, custodio de la libreta, quien recibió de su abuelo la encomienda de conservar la tradición, antes de fallecer, a los 100 años.
El extenso libreto con los parlamentos de los actores niños, niñas, adolescente y jóvenes del pueblo es un manuscrito original del siglo XIX, copiado a su vez de otro más antiguo, perteneciente a la época colonial, pues ya se sabe que el teatro comunitario era una forma habitual de evangelización, usado por los frailes para introducir a los nativos en la religión cristiana o para reforzar su catequización.
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¿Quién es el encargado de ser apuntador y hacer los registros en la libreta que será heredada a las nuevas generaciones?
Luis, a sus 58 años, dirige y hace de apuntador, quehacer este último tan importante como agotador, pues se escenifica en toda la plaza principal del pueblo, moviéndose de un lado a otro, a veces a la carrera.
El encargado del libreto ha actualizado con gran tino, la música, interpretada a lo largo de la representación, por una típica banda de instrumentos de viento.
Recuerda que a los diez años lo iban a ver para participar, antes, bailaban a caballo. La tradición lleva como 200 años en el pueblo. “El encargado hace muchos años fue Juan Gómez, luego su hijo Mario, y en 1998 pasó a mis manos la libreta, como encargado de la danza de Moros”.
El singular evento se inicia en la víspera de la celebración de la fiesta patronal de la Virgen de Santa Ana. “La tradición del pueblo es que cada 26 de julio salimos a bailar en el alba y luego en la misa”, relata.
Cuando se hace la fiesta de la comunidad que es en abril quince días antes sale la gente con la imagen a las congregaciones a solicitar una cooperación para la festividad.
“Ya llevo en la danza 40 años participando y 22 años como representante a la fecha, de 60 bailarines, niños, adolescente y jóvenes que conocen la legendaria historia del emperador Carlo Magno y sus doce pares luchando por la expulsión de los árabes, que se transformó en fuente de las novelas de caballería y de la poética popular americana”, añade.
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Dice parte de la historia, que Carlo Magno se fue a la guerra y dejó a su hijo enfermo, pero cuando iba perdiendo, le pidió al creador que lo ayudara a ganar y se convertiría en cristiano, al otro día sucedió el milagro: las armas estaban enteras, ganó la guerra y regresó a su hogar, donde ya había sanado el hijo. Desde entonces, guiado por Santiago Apóstol combatió a los paganos.
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