/ domingo 1 de diciembre de 2024

FIL Guadalajara: Reconocen al escritor Mia Couto por sus historias que devuelven la humanidad

“Nunca fue tan necesario rescatar historias que nos devuelvan nuestra humanidad”, dice el escritor mozambiqueño

Con un urgente llamado al reconocimiento del encuentro entre pueblos a través de las palabras el escritor mozambiqueño Mia Couto recibió de Premio FIL de literatura en Lenguas Romances 2024, en un acto durante el cual habló de su relación con México y explicó las razones detrás de su escritura, caracterizada por relatar el complejo entramado de realidades políticas, culturales, imaginarias y naturales del continente africano.

“Somos tinta y página, boca y oído de la multitud que nos habita. Nunca fue tan necesario rescatar historias que nos devuelvan nuestra humanidad. Necesitamos rescatar un tiempo que sea nuestro y un mundo al que sepamos dar un nombre”, expresó Couto, quien dio la razón al poeta José Emilio Pacheco, una de sus lecturas de cabecera, que en unos versos llegó a mencionar: “Llamo poesía a ese lugar del encuentro con la experiencia ajena. No leemos a otros: nos leemos en ellos”.

LA ERRANCIA EXISTENCIAL PERMITE VIAJAR

En cuanto a su literatura, que cuenta con ocho colecciones de ficciones breves, 14 novelas y tres libros de crónicas, Couto, aseguró que ha tomado como pretexto sus otras profesiones, periodista y biólogo, para describir a su país, “donde los ríos y las piedras hablan con las personas, los animales y los árboles comparten silencios con los dioses.

“No estoy folclorizando lo que es, sobre todo, una sabiduría ancestral. En esas cosmogonías no existen las fronteras entre lo vivo y lo no vivo, no existen las fronteras en los sueños y los dioses que viven dentro y fuera de nuestro cuerpo. Somos humanos porque todos somos ‘los otros’. Toda mi obra no busca sino traducir esa movilidad ontológica que todavía hoy habita las varias culturas mozambiqueñas”, explicó el autor quien asegura que la forma de pensar del pueblo mozambiqueño se basa en el relato de historias y la invención de palabras.

“Esa errancia existencial permite viajar entre identidades que hoy se nos presentan como territorios amenazados, defendidos por murallas sagradas. Esa visita de mundos es absolutamente vital en un tiempo regido por el miedo, por el odio, por el derecho a la violencia y por la legitimación de la venganza”, agregó el autor de novelas como “Tierra sonámbula” (1992), considerada entre las novelas africanas más importantes del siglo XX, en la que habló sobre la guerra civil que enfrentó su país durante la década de los 80.

INTERCAMBIAR EL ALMA Y SALVAR LA PALABRA

Durante el discurso, Couto aseguró que su formación literaria no la realizó con la intención de escribir historias, sino de “crear un idioma” ante la falta de palabras luego de que su padre lo llevara a contemplar la fractura tectónica en Mozambique, que, en vez de vacío, le infundió la idea de pertenecer a algo más grande.

“Era el anuncio de un destino: no era exactamente el lugar. La dimensión casi religiosa de ese momento nacía de la suspensión temporal del lenguaje. Si aquel momento era una iglesia, la poesía vendría a ser mi religión”, dijo el autor, quien mencionó que su padre hojeaba los libros del Premio Nobel de literatura Octavio Paz, en su biblioteca.

“Lo que Octavio Paz vio en la grafía de las estrellas, es lo que yo busco en la escritura: alguien que me escuche y que intercambie su alma conmigo. Y que lo haga con tal delicadeza que yo me convierta en esta otra criatura que me deletrea. Ese es el oficio de la poesía: entregarnos la palabra que nos hace nacer”, dijo el escritor.

Couto también evocó la memoria de Carlos Fuentes de quien recordó que decía que vivimos en un mundo al cual no conseguimos dar un nombre: “Estas palabras de Fuentes nunca fueron tan pertinentes. No es solamente por miedo que no sabemos nombrar este mundo que dicen que nos pertenece. No nos falta solamente un nombre. Nos hace falta un idioma para formular la pregunta. Necesitamos, como decía Fuentes, ‘salvar la palabra’.

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Mia Couto, extendió el reconocimiento recibido a los escritores de su país, los cuales, aseguró, “viven una doble segregación”, tanto por su geografía, como por la lengua en la que escriben.

“Son ellos quienes, desde hace décadas, luchan para que Mozambique gane la visibilidad que merece. Los escritores mozambiqueños, todos ellos, reafirman su identidad plural contra la herencia de los estereotipos que pesan sobre África y sobre los africanos”, finalizó.

Con un urgente llamado al reconocimiento del encuentro entre pueblos a través de las palabras el escritor mozambiqueño Mia Couto recibió de Premio FIL de literatura en Lenguas Romances 2024, en un acto durante el cual habló de su relación con México y explicó las razones detrás de su escritura, caracterizada por relatar el complejo entramado de realidades políticas, culturales, imaginarias y naturales del continente africano.

“Somos tinta y página, boca y oído de la multitud que nos habita. Nunca fue tan necesario rescatar historias que nos devuelvan nuestra humanidad. Necesitamos rescatar un tiempo que sea nuestro y un mundo al que sepamos dar un nombre”, expresó Couto, quien dio la razón al poeta José Emilio Pacheco, una de sus lecturas de cabecera, que en unos versos llegó a mencionar: “Llamo poesía a ese lugar del encuentro con la experiencia ajena. No leemos a otros: nos leemos en ellos”.

LA ERRANCIA EXISTENCIAL PERMITE VIAJAR

En cuanto a su literatura, que cuenta con ocho colecciones de ficciones breves, 14 novelas y tres libros de crónicas, Couto, aseguró que ha tomado como pretexto sus otras profesiones, periodista y biólogo, para describir a su país, “donde los ríos y las piedras hablan con las personas, los animales y los árboles comparten silencios con los dioses.

“No estoy folclorizando lo que es, sobre todo, una sabiduría ancestral. En esas cosmogonías no existen las fronteras entre lo vivo y lo no vivo, no existen las fronteras en los sueños y los dioses que viven dentro y fuera de nuestro cuerpo. Somos humanos porque todos somos ‘los otros’. Toda mi obra no busca sino traducir esa movilidad ontológica que todavía hoy habita las varias culturas mozambiqueñas”, explicó el autor quien asegura que la forma de pensar del pueblo mozambiqueño se basa en el relato de historias y la invención de palabras.

“Esa errancia existencial permite viajar entre identidades que hoy se nos presentan como territorios amenazados, defendidos por murallas sagradas. Esa visita de mundos es absolutamente vital en un tiempo regido por el miedo, por el odio, por el derecho a la violencia y por la legitimación de la venganza”, agregó el autor de novelas como “Tierra sonámbula” (1992), considerada entre las novelas africanas más importantes del siglo XX, en la que habló sobre la guerra civil que enfrentó su país durante la década de los 80.

INTERCAMBIAR EL ALMA Y SALVAR LA PALABRA

Durante el discurso, Couto aseguró que su formación literaria no la realizó con la intención de escribir historias, sino de “crear un idioma” ante la falta de palabras luego de que su padre lo llevara a contemplar la fractura tectónica en Mozambique, que, en vez de vacío, le infundió la idea de pertenecer a algo más grande.

“Era el anuncio de un destino: no era exactamente el lugar. La dimensión casi religiosa de ese momento nacía de la suspensión temporal del lenguaje. Si aquel momento era una iglesia, la poesía vendría a ser mi religión”, dijo el autor, quien mencionó que su padre hojeaba los libros del Premio Nobel de literatura Octavio Paz, en su biblioteca.

“Lo que Octavio Paz vio en la grafía de las estrellas, es lo que yo busco en la escritura: alguien que me escuche y que intercambie su alma conmigo. Y que lo haga con tal delicadeza que yo me convierta en esta otra criatura que me deletrea. Ese es el oficio de la poesía: entregarnos la palabra que nos hace nacer”, dijo el escritor.

Couto también evocó la memoria de Carlos Fuentes de quien recordó que decía que vivimos en un mundo al cual no conseguimos dar un nombre: “Estas palabras de Fuentes nunca fueron tan pertinentes. No es solamente por miedo que no sabemos nombrar este mundo que dicen que nos pertenece. No nos falta solamente un nombre. Nos hace falta un idioma para formular la pregunta. Necesitamos, como decía Fuentes, ‘salvar la palabra’.

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Mia Couto, extendió el reconocimiento recibido a los escritores de su país, los cuales, aseguró, “viven una doble segregación”, tanto por su geografía, como por la lengua en la que escriben.

“Son ellos quienes, desde hace décadas, luchan para que Mozambique gane la visibilidad que merece. Los escritores mozambiqueños, todos ellos, reafirman su identidad plural contra la herencia de los estereotipos que pesan sobre África y sobre los africanos”, finalizó.

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