/ miércoles 21 de julio de 2021

La idea de la mamá abnegada se acabó: Rosa Beltrán en novela Radicales libres

“La idea de la mamá abnegada ya se acabó”, dice Rosa Beltrán

Que una madre abandone a su familia por escapar con su amante a bordo de una Harley-Davidson no es una historia muy común en el imaginario colectivo de este país, donde la imagen de la madre abnegada sigue siendo un arquetipo recurrente.

Radicales libres, la nueva novela de Rosa Beltrán comienza con la historia de esa madre para narrar, mediante la mirada de tres generaciones, cómo han evolucionado los feminismos a lo largo del tiempo.

De cierto modo, la novela editada por Alfaguara es un tiro de gracia al discurso de la madre entregada que antepone a su familia por encima de sus propias necesidades e intereses. Esta es la historia de tres mujeres de diferentes tiempos que sufrieron las consecuencias de haber elegido maternidades no convencionales.

“La idea de la mamá abnegada ya se acabó. Porque en la vida real nunca existió. El costo social fue enorme para quienes se creyeron ese guion. El tono melodramático de la maternidad está empezando a desaparecer. Muchas comenzamos a escribir distintos tipos de maternidades en nuestras vidas”, asegura en entrevista con El Sol de México la también integrante de la Academia Mexicana de la Lengua.

La autora sostiene que es muy difícil hacer juicios sobre las decisiones que tomaron las mujeres de hace 40, 60 u 80 años. Cada una, dice, estuvo inscrita en un contexto del que fue difícil escapar. Pero no por ello dejaron de ser personas que quisieron cambiar su entorno con actitudes radicales para el tiempo en que vivieron, afirma.

“Somos seres de nuestro tiempo: la historia nos sucede y nosotros la cambiamos. No podemos escapar de las formas de vida que nos son impuestas en nuestros momentos históricos. Por eso las estrategias de las mujeres en los sesenta fueron distintas a las que siguen las feministas de hoy”, dice.

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Y es que en un país donde cada día son asesinadas 10 mujeres —según los datos más recientes del Inegi— es fundamental acabar con el machismo no sólo de acción sino de pensamiento, ese que opera en la mente de millones de hombres, incluso dentro de la industria editorial, apunta Beltrán.

“Por supuesto que existe el machismo en la industria editorial. Hay muchos más autores que autoras. El canon de la literatura sigue siendo masculino pese a que cada vez somos más escritoras”, observa la también autora de La corte de los ilusos.

Sin embargo, advierte, mientras ese grupo creciente de escritoras siga siendo “una masa anónima y amorfa, sin nombres propios”, el canon de la literatura seguirá siendo muy cuestionable. “Tenemos que decir: tal obra fue escrita por tal autora para que existamos. Pero eso no sucede, aunque la industria ya se haya dado cuenta que es negocio publicar a ciertas escritoras porque nosotras las mujeres conformamos círculos lectores muy sólidos”.

Para Beltrán, los grupos de lectoras comenzaron a construirse hace mucho tiempo, sobre todo en la década de 1970, cuando la revista Vanidades publicaba una novela por semana. Un hecho inédito para un medio de información que estaba acostumbrado a ofrecer contenidos frívolos para la audiencia femenina.

“Ahí (en Vanidades), por primera vez se pensó en esta idea de mujer que no sólo está dedicada al esposo y a los hijos. Muchas mujeres se hicieron lectoras y escritoras a partir de ese momento. Ese grupo de lectoras que comenzó a construirse hace mucho tiempo es el que ahora va a las librerías y a las bibliotecas”.

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La autora de Radicales libres asegura que, aunque hoy existe mayor voluntad de visibilización de las plumas femeninas, no es una iniciativa que provenga de los hombres, sino de “muchas editoras, entre las que me cuento”.

“De hecho, hoy las lectoras representan, quizás, un número mayor que el de los lectores. Porque las mujeres no sólo están produciendo mucha literatura: también la consumen”, concluye la académica de la UNAM.

Que una madre abandone a su familia por escapar con su amante a bordo de una Harley-Davidson no es una historia muy común en el imaginario colectivo de este país, donde la imagen de la madre abnegada sigue siendo un arquetipo recurrente.

Radicales libres, la nueva novela de Rosa Beltrán comienza con la historia de esa madre para narrar, mediante la mirada de tres generaciones, cómo han evolucionado los feminismos a lo largo del tiempo.

De cierto modo, la novela editada por Alfaguara es un tiro de gracia al discurso de la madre entregada que antepone a su familia por encima de sus propias necesidades e intereses. Esta es la historia de tres mujeres de diferentes tiempos que sufrieron las consecuencias de haber elegido maternidades no convencionales.

“La idea de la mamá abnegada ya se acabó. Porque en la vida real nunca existió. El costo social fue enorme para quienes se creyeron ese guion. El tono melodramático de la maternidad está empezando a desaparecer. Muchas comenzamos a escribir distintos tipos de maternidades en nuestras vidas”, asegura en entrevista con El Sol de México la también integrante de la Academia Mexicana de la Lengua.

La autora sostiene que es muy difícil hacer juicios sobre las decisiones que tomaron las mujeres de hace 40, 60 u 80 años. Cada una, dice, estuvo inscrita en un contexto del que fue difícil escapar. Pero no por ello dejaron de ser personas que quisieron cambiar su entorno con actitudes radicales para el tiempo en que vivieron, afirma.

“Somos seres de nuestro tiempo: la historia nos sucede y nosotros la cambiamos. No podemos escapar de las formas de vida que nos son impuestas en nuestros momentos históricos. Por eso las estrategias de las mujeres en los sesenta fueron distintas a las que siguen las feministas de hoy”, dice.

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Y es que en un país donde cada día son asesinadas 10 mujeres —según los datos más recientes del Inegi— es fundamental acabar con el machismo no sólo de acción sino de pensamiento, ese que opera en la mente de millones de hombres, incluso dentro de la industria editorial, apunta Beltrán.

“Por supuesto que existe el machismo en la industria editorial. Hay muchos más autores que autoras. El canon de la literatura sigue siendo masculino pese a que cada vez somos más escritoras”, observa la también autora de La corte de los ilusos.

Sin embargo, advierte, mientras ese grupo creciente de escritoras siga siendo “una masa anónima y amorfa, sin nombres propios”, el canon de la literatura seguirá siendo muy cuestionable. “Tenemos que decir: tal obra fue escrita por tal autora para que existamos. Pero eso no sucede, aunque la industria ya se haya dado cuenta que es negocio publicar a ciertas escritoras porque nosotras las mujeres conformamos círculos lectores muy sólidos”.

Para Beltrán, los grupos de lectoras comenzaron a construirse hace mucho tiempo, sobre todo en la década de 1970, cuando la revista Vanidades publicaba una novela por semana. Un hecho inédito para un medio de información que estaba acostumbrado a ofrecer contenidos frívolos para la audiencia femenina.

“Ahí (en Vanidades), por primera vez se pensó en esta idea de mujer que no sólo está dedicada al esposo y a los hijos. Muchas mujeres se hicieron lectoras y escritoras a partir de ese momento. Ese grupo de lectoras que comenzó a construirse hace mucho tiempo es el que ahora va a las librerías y a las bibliotecas”.

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La autora de Radicales libres asegura que, aunque hoy existe mayor voluntad de visibilización de las plumas femeninas, no es una iniciativa que provenga de los hombres, sino de “muchas editoras, entre las que me cuento”.

“De hecho, hoy las lectoras representan, quizás, un número mayor que el de los lectores. Porque las mujeres no sólo están produciendo mucha literatura: también la consumen”, concluye la académica de la UNAM.

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