/ lunes 27 de diciembre de 2021

Ruinas de Paquimé, patrimonio histórico de Chihuahua

Es considerada como una de las zonas arqueológicas más importantes en el norte del país

Considerada una de las zonas arqueológicas más importantes del norte de México en el estado de Chihuahua, conformada por grupos protoagrícolas, de los cuales muchos se asentaron en la región de Casas Grandes, dieron paso al grupo étnico conocido como Paquimés, quienes tenían como culto a la serpiente, una de estas caracterizada con plumas en representación de Quetzalcóatl, deidad asociada con el agua.

De norte a sur y de este a oeste, disperso en las llanuras y sierras del estado de Chihuahua, aguarda el registro de las primeras civilizaciones que cruzaron, dejando evidencia a su manera y forma de entender el mundo, en la realización de petrograbados, artes rupestre, artefactos líticos y edificaciones; algunas sofisticadas y otras de manera rudimentaria.

Esta forma de representar los pasajes, sueños, pensamientos y el entorno que los rodeaba, fueron las manifestaciones de diversas culturas, identificadas en dos grandes periodos que fueron el Chihuahua prehispánico y colonial.

Situada en Casas Grandes, estado de Chihuahua, es uno de los complejos arqueológicos más importantes de la zona norte del país, que albergó a la tribu conocida como los Paquimés, conformada por diversas tribus protoagrícolas, que se fueron asentando en los valles de Casas Grandes, dando como resultado la fusión en un solo grupo, creando así el surgimiento de una nueva cultura nutrida y fuerte, que se conoció como “Paquimés”.

En un inicio de su conformación, los Paquimés construyeron su aldea de manera subterránea, cavando túneles y reforzándolos con ramas y barro que daban forma al hábitat, para después de algunos años, edificar construcciones de grandes edificios de adobe, una vez que ya dominaban la técnica y manejo de la arcilla.

La ciudad que se edificó, de la cual al día de hoy quedan los vestigios en lo que se conoce como “zona arqueológica de Paquimé”, fue planificada con el objetivo de satisfacer diversas necesidades de índole secular, religiosas y económicas, una de las cuales era el comercio, destacando las artesanías, lo cual implicó un mercado y almacenaje de las mismas.

De acuerdo a investigaciones arqueológicas, en lo que respecta a las actividades religiosas, se identificó dentro de la zona arqueológica un cinturón de estructuras ceremoniales en la parte oeste de la ciudad, que comprende tres zonas básicas:

1.- Área norte; en esta parte, se sitúan unos montículos que incluyen la Cruz y los Hornos, espacios destinados a las festividades relativas del calendario agrícola.

2.- Acceso del este; entrada principal a las edificaciones departamentales, que ocupa el segmento oeste de la ciudad.

3.- Tipologías arquitectónicas; en esta parte, en un eje orientado hacia el norte, se encuentran montículos que semejan aves decapitadas y otras edificaciones con forma de serpiente, que se arrastra ondulante, como si viniera del sur y reptara hacia el norte, un símbolo similar empleado en la danza de la serpiente de los pueblos Hopi y Zuni del suroeste de Estados Unidos.

Fechada en el 700 d.C. es la época cuando se origina la cultura de Paquimé, vigente hasta el periodo de 1319, fecha en donde comenzó su decadencia derivada de las situaciones climatológicas que imperaban en el lugar, falta de acceso al agua por ser zona desértica y principalmente el asedio constante de otras tribus nómadas, de corte apache, que invadieron la zona.

La serpiente, para la tribu de los paquimés, fue un elemento con una influencia grande, ya que fue representada a través de diversas formas, se le puede apreciar en ocasiones como un bebe, mientras que en otras representaciones aparece como un poderoso reptil, que serpentea con las figuras que le acompañan en la decoración en vasijas. Incluso en algunos casos, es representada con plumas, representando a Quetzalcóatl, deidad que debió estar asociada al agua.

Así mismo, dentro de esta impresionante ciudad, había personas que se dedicaban a la avicultura, en donde criaban ejemplares como guacamayas, con el objetivo de aprovechar sus plumas como ornamento.

Dentro de las muchas actividades que llevaban a cabo en la extinta ciudad de Paquimé, destaca una apreciación y entendimiento del cosmos, en donde se contaba con un observatorio astronómico que permitía asociar la ciudad con el resto del universo.

Las rutas comerciales permitieron el contacto con territorios muy alejados, esto explica la presencia de materiales foráneos, como aquella vasija mencionada por Carl Lumholtz, cuando reportó el hallazgo de una pieza azteca durante su viaje por la Sierra Madre Occidental. La ruta del sur de Chihuahua debió funcionar desde un momento no bien determinado hasta el 1340 de nuestra era, cuando Paquimé cayó por la embestida de grupos enemigos que la sometieron a saqueo y la incendiaron.

Los grupos nómadas de filiación yutoazteca siguieron siendo mayoría en lo que ahora es Chihuahua, aunque heredaron algunos rasgos propios de Paquimé, los contactos con los grupos de otras regiones recibieron alguna influencia de los grupos del suroeste de los Estados Unidos, por ejemplo, en la región de Nuevo Casas Grandes, Chih., se ha podido detectar la figura del Kokopelli, un ser mítico muy propio de las culturas de Nuevo México y estados circunvecinos.

Si bien, el vestigio de la tribu de los paquimés, quedo grabado a través de varios y diversos petrograbados, de los cuales uno de estos, corresponde a la representación de un cazador que acecha desde la orilla de un lago, situado en el lugar denominado como La Angostura, que data de entre 1450 a 1660 d.C., otro de los vestigios más representativos es la cerámica, la cual está adornada con diversos motivos geométricos, de entre los que se puede rescatar la representación de un cuerpo humano decapitado y con atavíos de gala, creado en soporte de cerámica y pintura que data del 1060 al 1340 d.C.

Las ruinas de Paquimé, se ubican, partiendo desde la ciudad de Chihuahua, por la Carretera Federal número 45 en dirección norte, donde a la altura de la Laguna de Encillas se toma una desviación con rumbo al noreste, que conduce al poblado de Flores Magón, y posteriormente al de Nuevo Casas Grandes, donde desde este mismo sitio, parte otro camino que conduce a las ruinas.

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La civilización de Paquimé, es considerada, una de las más avanzadas que habitó el estado de Chihuahua, por las diversas actividades que desarrollaban sus habitantes, además del establecimiento de una ciudad edificada con materiales de arcilla y barro, única en su tipo. Actualmente, solo quedan los vestigios de lo que alguna vez fue una gloriosa ciudad en el estado de Chihuahua.

Considerada una de las zonas arqueológicas más importantes del norte de México en el estado de Chihuahua, conformada por grupos protoagrícolas, de los cuales muchos se asentaron en la región de Casas Grandes, dieron paso al grupo étnico conocido como Paquimés, quienes tenían como culto a la serpiente, una de estas caracterizada con plumas en representación de Quetzalcóatl, deidad asociada con el agua.

De norte a sur y de este a oeste, disperso en las llanuras y sierras del estado de Chihuahua, aguarda el registro de las primeras civilizaciones que cruzaron, dejando evidencia a su manera y forma de entender el mundo, en la realización de petrograbados, artes rupestre, artefactos líticos y edificaciones; algunas sofisticadas y otras de manera rudimentaria.

Esta forma de representar los pasajes, sueños, pensamientos y el entorno que los rodeaba, fueron las manifestaciones de diversas culturas, identificadas en dos grandes periodos que fueron el Chihuahua prehispánico y colonial.

Situada en Casas Grandes, estado de Chihuahua, es uno de los complejos arqueológicos más importantes de la zona norte del país, que albergó a la tribu conocida como los Paquimés, conformada por diversas tribus protoagrícolas, que se fueron asentando en los valles de Casas Grandes, dando como resultado la fusión en un solo grupo, creando así el surgimiento de una nueva cultura nutrida y fuerte, que se conoció como “Paquimés”.

En un inicio de su conformación, los Paquimés construyeron su aldea de manera subterránea, cavando túneles y reforzándolos con ramas y barro que daban forma al hábitat, para después de algunos años, edificar construcciones de grandes edificios de adobe, una vez que ya dominaban la técnica y manejo de la arcilla.

La ciudad que se edificó, de la cual al día de hoy quedan los vestigios en lo que se conoce como “zona arqueológica de Paquimé”, fue planificada con el objetivo de satisfacer diversas necesidades de índole secular, religiosas y económicas, una de las cuales era el comercio, destacando las artesanías, lo cual implicó un mercado y almacenaje de las mismas.

De acuerdo a investigaciones arqueológicas, en lo que respecta a las actividades religiosas, se identificó dentro de la zona arqueológica un cinturón de estructuras ceremoniales en la parte oeste de la ciudad, que comprende tres zonas básicas:

1.- Área norte; en esta parte, se sitúan unos montículos que incluyen la Cruz y los Hornos, espacios destinados a las festividades relativas del calendario agrícola.

2.- Acceso del este; entrada principal a las edificaciones departamentales, que ocupa el segmento oeste de la ciudad.

3.- Tipologías arquitectónicas; en esta parte, en un eje orientado hacia el norte, se encuentran montículos que semejan aves decapitadas y otras edificaciones con forma de serpiente, que se arrastra ondulante, como si viniera del sur y reptara hacia el norte, un símbolo similar empleado en la danza de la serpiente de los pueblos Hopi y Zuni del suroeste de Estados Unidos.

Fechada en el 700 d.C. es la época cuando se origina la cultura de Paquimé, vigente hasta el periodo de 1319, fecha en donde comenzó su decadencia derivada de las situaciones climatológicas que imperaban en el lugar, falta de acceso al agua por ser zona desértica y principalmente el asedio constante de otras tribus nómadas, de corte apache, que invadieron la zona.

La serpiente, para la tribu de los paquimés, fue un elemento con una influencia grande, ya que fue representada a través de diversas formas, se le puede apreciar en ocasiones como un bebe, mientras que en otras representaciones aparece como un poderoso reptil, que serpentea con las figuras que le acompañan en la decoración en vasijas. Incluso en algunos casos, es representada con plumas, representando a Quetzalcóatl, deidad que debió estar asociada al agua.

Así mismo, dentro de esta impresionante ciudad, había personas que se dedicaban a la avicultura, en donde criaban ejemplares como guacamayas, con el objetivo de aprovechar sus plumas como ornamento.

Dentro de las muchas actividades que llevaban a cabo en la extinta ciudad de Paquimé, destaca una apreciación y entendimiento del cosmos, en donde se contaba con un observatorio astronómico que permitía asociar la ciudad con el resto del universo.

Las rutas comerciales permitieron el contacto con territorios muy alejados, esto explica la presencia de materiales foráneos, como aquella vasija mencionada por Carl Lumholtz, cuando reportó el hallazgo de una pieza azteca durante su viaje por la Sierra Madre Occidental. La ruta del sur de Chihuahua debió funcionar desde un momento no bien determinado hasta el 1340 de nuestra era, cuando Paquimé cayó por la embestida de grupos enemigos que la sometieron a saqueo y la incendiaron.

Los grupos nómadas de filiación yutoazteca siguieron siendo mayoría en lo que ahora es Chihuahua, aunque heredaron algunos rasgos propios de Paquimé, los contactos con los grupos de otras regiones recibieron alguna influencia de los grupos del suroeste de los Estados Unidos, por ejemplo, en la región de Nuevo Casas Grandes, Chih., se ha podido detectar la figura del Kokopelli, un ser mítico muy propio de las culturas de Nuevo México y estados circunvecinos.

Si bien, el vestigio de la tribu de los paquimés, quedo grabado a través de varios y diversos petrograbados, de los cuales uno de estos, corresponde a la representación de un cazador que acecha desde la orilla de un lago, situado en el lugar denominado como La Angostura, que data de entre 1450 a 1660 d.C., otro de los vestigios más representativos es la cerámica, la cual está adornada con diversos motivos geométricos, de entre los que se puede rescatar la representación de un cuerpo humano decapitado y con atavíos de gala, creado en soporte de cerámica y pintura que data del 1060 al 1340 d.C.

Las ruinas de Paquimé, se ubican, partiendo desde la ciudad de Chihuahua, por la Carretera Federal número 45 en dirección norte, donde a la altura de la Laguna de Encillas se toma una desviación con rumbo al noreste, que conduce al poblado de Flores Magón, y posteriormente al de Nuevo Casas Grandes, donde desde este mismo sitio, parte otro camino que conduce a las ruinas.

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La civilización de Paquimé, es considerada, una de las más avanzadas que habitó el estado de Chihuahua, por las diversas actividades que desarrollaban sus habitantes, además del establecimiento de una ciudad edificada con materiales de arcilla y barro, única en su tipo. Actualmente, solo quedan los vestigios de lo que alguna vez fue una gloriosa ciudad en el estado de Chihuahua.

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