Orizaba, Ver.- Más de mil creyentes católicos entre hombres, mujeres, adultos mayores y niños, arribaron a la Alameda Francisco Gabilondo Soler "Cri-Crí", para estar presente en la celebración del Domingo de Ramos, festejo inicial de Semana Santa.
Poco antes de las 11:00 de la mañana, ciudadanos llegaron a la Alameda, donde personal de la Diócesis de Orizaba, ya esperaba para llevar a cabo la caminata por el Domingo de Ramos, celebración que inicia la Semana Santa y con ellos recordar la fe en Jesucristo.
Cada ciudadano, en sus manos llevaba una rama en diversos tamaños e incluso colores, pues había unas que tenían brillantina de colores, flores moradas, amarillas o rosas e incluso plantas como manzanilla, romero y laurel, lo que al paso dejaba un aroma agradable.
El kiosco de la Alameda fue adornado con palmas y telas rojas que enmarcan esta celebración de Domingo de Ramos y con una cuerda extendida, daban paso a la llegada del Obispo de la Diócesis de Orizaba, Eduardo Merino Cervantes, quién al mediodía de este domingo oficiaría la misa de Ramos, teniendo un lleno total en la Catedral de San Miguel de Arcángel.
En Misa de las 11:00 horas bendijeron las palmas
Poco después de las 11 de la mañana y después de unas palabras de fe y paz hacia la ciudadanía asistente donde el Obispo hizo un llamado a no perder esta bonita tradición donde explica que las ramas o palmas eran dadas a quienes representaban mayor jerarquía e importancia, por ello en los tiempos de Cristo, las palmas fueron un parteaguas para una celebración católica que ha transcendido por años.
Las personas empezaron a caminar entre la cuerda que dividía a los niños y el obispo de la multitud de la gente, sin embargo, la fe movió masas y conforme avanzaba esta caravana católica, más personas se sumaban para llegar en procesión hasta la Catedral.
A unos cuantos metros de la catedral, sus campanas acompañaron la voz de los feligreses quienes cantaron durante el camino una melodía que hacía alusión a Cristo, la paz y las ramas, donde cada que finalizaba este verso, se invitaba a la gente a levantar las palmas y moverlas en el aire como señal de respeto y amor hacia Jesucristo.
Al llegar a la Iglesia, ya se encontraban personas quienes por diversos motivos entre ellos quizá el calor que se siente en la ciudad, les impidió hacer la procesión que partió de la alameda, por la calle Colon, pasando el Palacio Municipal y dar la vuelta en contra esquina del Parque Apolinar Castillo para llegar a la Catedral.
Una vez que el obispo tocó el atrio de la iglesia, se pido alzar las palmas y moverlas, hasta que se entrará a la iglesia y ya en su lugar, se dispuso a dar unas palabras para empezar la misa, donde al final, nuevamente volvería a darse la bendición de palmas para aquellas personas que no iniciaron la procesión en la Alameda.