Cuando en el automovilismo de alto desempeño las marcas deciden experimentar con modelos generalistas, los resultados siempre terminan en carros de nivel sorprendente, tal es el caso de Honda con el proyecto apodado como la Bestia.
Por fuera, la carrocería del SUV más famoso del fabricante nipón, por dentro, el corazón de un monoplaza de competición: la combinación es el CR-V Hybrid Racer.
Desarrollado por la división americana de carreras de Honda y Acura, este laboratorio rodante porta la unidad de potencia y transmisión que llevan sus autos en la presente temporada de la IndyCar. Se trata de un V6 2.2 litros de doble turbo, alimentado con combustible renovable, que, en conjunto a un motor eléctrico, suma una potencia cercana a los 900 caballos de fuerza.
Cuenta con estructura tubular y la carrocería recortada de la camioneta convencional, incluso lleva el mismo parabrisas y el techo panorámico; las puertas fueron recortadas para facilitar el acceso al conductor, además, monta spoiler frontal y alerón trasero para carga aerodinámica.
Comparte suspensión y frenos de alto rendimiento con el Acura NSX GT-3 Evo22 y el Dallara IR-18 Indycar; neumáticos Firestone Firehawk Indy 500 Ultra-High Performance de verano de 20 pulgadas.
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