/ miércoles 19 de febrero de 2020

Kodokan , una experiencia mística

En su regreso a su país, este deporte será probablemente una de las actividades que mayor interés susciten en Tokio 2020

Tokio.- Se puede pasar por delante sin que llame especialmente la atención. La fachada del Kodokan parece la de otros muchos edificios de oficinas y, a dos pasos, se escuchan los gritos estridentes de las montañas rusas del parque de atracciones de Tokyo Dome. Únicamente la estatua de bronce del fundador del judo, Jigoro Kano, señala que este edificio aparentemente sin gran encanto del barrio residencial Bunkyo de Tokio es en realidad el Kodokan, la auténtica ‘Meca del judo’, donde apasionados por este deporte de todo el mundo acuden en peregrinación.

Esta es una pequeña guía por este mítico lugar, cuyo nombre significa “lugar de enseñanza del camino”, por decisión de Jigoro Kano, que quiso esa denominación para insistir más en el espíritu de este arte marcial que en sus técnicas.

En el séptimo nivel, En uno de los lados, una especie de estrado, con un sillón situado detrás de una pequeña mesa y delante de un gran retrato de Jigoro Kano.

El personal administrativo no deja de pararse en este punto, para mirar hacia el sillón e inclinarse.

El Kodokan dispone en los dos pisos inferiores de espacios más reducidos, pero especializados: “dojo internacional”, “dojo de las mujeres”, “dojo de los niños”, “dojo escolar” y un “dojo especial” que se alquila para eventos privados.

DISCIPLINA DE VIDA

Por la módica suma de 800 yenes (6.7 euros), todo aquel que practiel judo puede venir libremente a entrenarse aquí con otros judocas y entrenadores. La condición es que respeten las estrictas reglas del Kodokan y que luzcan un judogi blanco y muy limpio, así como mantener cortas las uñas de pies y manos.

Alberga también un gran museo de historia del judo, un restaurante con paredes adornadas con fotografías de campeones y una biblioteca con seis mil obras.

El edificio tiene también un centro de acogida para visitantes extranjeros. En la puerta de entrada se lee un mensaje: “Judoca un día, judoca para siempre”. En el interior hay habitaciones individuales y dobles, así como un dormitorio común para 18 personas. Este lugar tiene especialmente sentido cuando llega el célebre entrenamiento de enero, durante el cual las sesiones comienzan a las 05h30 de la mañana. Los alumnos únicamente tienen que subir las escaleras para comenzar el trabajo.

Tokio.- Se puede pasar por delante sin que llame especialmente la atención. La fachada del Kodokan parece la de otros muchos edificios de oficinas y, a dos pasos, se escuchan los gritos estridentes de las montañas rusas del parque de atracciones de Tokyo Dome. Únicamente la estatua de bronce del fundador del judo, Jigoro Kano, señala que este edificio aparentemente sin gran encanto del barrio residencial Bunkyo de Tokio es en realidad el Kodokan, la auténtica ‘Meca del judo’, donde apasionados por este deporte de todo el mundo acuden en peregrinación.

Esta es una pequeña guía por este mítico lugar, cuyo nombre significa “lugar de enseñanza del camino”, por decisión de Jigoro Kano, que quiso esa denominación para insistir más en el espíritu de este arte marcial que en sus técnicas.

En el séptimo nivel, En uno de los lados, una especie de estrado, con un sillón situado detrás de una pequeña mesa y delante de un gran retrato de Jigoro Kano.

El personal administrativo no deja de pararse en este punto, para mirar hacia el sillón e inclinarse.

El Kodokan dispone en los dos pisos inferiores de espacios más reducidos, pero especializados: “dojo internacional”, “dojo de las mujeres”, “dojo de los niños”, “dojo escolar” y un “dojo especial” que se alquila para eventos privados.

DISCIPLINA DE VIDA

Por la módica suma de 800 yenes (6.7 euros), todo aquel que practiel judo puede venir libremente a entrenarse aquí con otros judocas y entrenadores. La condición es que respeten las estrictas reglas del Kodokan y que luzcan un judogi blanco y muy limpio, así como mantener cortas las uñas de pies y manos.

Alberga también un gran museo de historia del judo, un restaurante con paredes adornadas con fotografías de campeones y una biblioteca con seis mil obras.

El edificio tiene también un centro de acogida para visitantes extranjeros. En la puerta de entrada se lee un mensaje: “Judoca un día, judoca para siempre”. En el interior hay habitaciones individuales y dobles, así como un dormitorio común para 18 personas. Este lugar tiene especialmente sentido cuando llega el célebre entrenamiento de enero, durante el cual las sesiones comienzan a las 05h30 de la mañana. Los alumnos únicamente tienen que subir las escaleras para comenzar el trabajo.

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