Existe en el sur de Veracruz un “coquito” que nos ha acompañado desde el México prehispánico, su nombre es conocido como Coyol. El fruto se empleaba dentro de los rituales, y formaba parte de las danzas o limpias espirituales.
De acuerdo con el Gobierno de México su nombre en náhuatl hace referencia al cascabel.
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En festividades como Día de Muertos es común que los coyoles formen parte de la ofrenda en altares veracruzanos y de otras entidades como Yucatán, Nayarit, Guerrero, Oaxaca, y Chiapas donde también se da esta palmera.
¿Cómo se come el Coyol?
Al sur de Veracruz, específicamente en el municipio de Hueyapan de Ocampo, usan coyoles para recetas de tamales, aguas frescas y atole; El libro “Comiendo bien a los veracruzano” rescata una bebida artesanal con coyol, masa de maíz, azúcar o piloncillo, leche y agua.
La palma donde crece el coyol llega a medir hasta 20 metros de altura dando racimos de “coquitos” de alrededor de 4 centímetros de diámetro.
Se caracteriza por tener una cáscara de tonalidad amarilla y verdosa, y en su interior lleva una pequeña semilla de muy buen sabor.
Por su parte el Diccionario Enciclopédico de Gastronomía Mexicana señala que “Cuando está fresco se le retira la piel y se golpea para extraer el coquito, sin embargo, la gran mayoría se destina para hacer un dulce, un tanto empalagoso”.
Su venta no es muy común y hasta se considera un tanto exclusivo debido a que la semilla tarda de uno a cinco años en brotar, una vez germinada crece con rapidez pero empieza a dar frutos a partir del cuarto o quinto año desde su germinación, por ello es que no cualquiera tiene la fortuna de comerlo.
¿Se te antoja probar un atolito de coyol u otros platillos con esta exótica fruta?