Aunque los estudios más actualizados del hielo glaciar del Pico de Orizaba se prevé sean publicados en el último trimestre del año, el investigador Víctor Hugo Soto Molina confirma que cada vez está más cerca la desaparición; estima muy próxima una nueva dinámica de laderas.
El geógrafo del Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana explica que en un corto tiempo habrá riesgos de índole geológico y geomorfológico para los miles de pobladores que habitan las laderas del Pico, así como para escaladores y practicantes de turismo de aventura.
De continuar como hasta ahora, sí existe el escenario del inicio del flujo seco de escombros y la dinámica de las laderas se incrementaría con el tiempo por arriba de los 4 mil 600 metros sobre el nivel del mar.
“Si se presentan sismos o hidrometeoros de intensidad considerable, pueden dar origen a grandes flujos o lahares (fluidos compuestos de sedimentos volcánicos con una gran cantidad de agua) con varios kilómetros de extensión”.
¿Cuál es el estado de salud del glaciar del Pico de Orizaba?
El experto en el tema detalla que la parte superior de un glaciar es un claro indicador de su rápida desaparición; para ejemplificar la gravedad, expone que el Pico de Orizaba, entre 1958 y 2010 tuvo un promedio anual de retroceso de -3 por ciento, y entre 2017 y 2019 de -23 por ciento.
“El glaciar del Pico de Orizaba ha tenido una media de retroceso de 3 por ciento, pero en recientes años se ha acelerado de manera alarmante y más que eso… Por su forma y no tener nada que lo proteja, es más susceptible a los patrones cambiantes del clima”, expresó.
En seminario coordinado por académicos de la UV, puntualizó que desde la ciencia sí se ha alertado sobre este problema con repercusiones no solo regionales sino a nivel global, pero en 2024 hay necesidad de una mayor difusión.
¿Qué tipo de glaciares hay en México?
Detalla que en México hay dos tipos de glaciares, los de alta montaña, que son los cálidos, conocidos en Europa como templados, y los circumpolares; la diferencia es que los primeros tienen algunas decenas de metros de espesor y los segundos, centenas o miles. En el caso del Pico, la media ronda los 23 metros de profundidad.
Ese espesor hace que las condiciones de temperatura de los glaciares de alta montaña estén muy cerca del punto de fusión, es decir, están en fase de riesgo desde su inicio, porque el estar cercanos al punto de fusión-congelación (cero grados) los hace susceptibles a las variaciones.
Poco alimento para el glaciar
Apunta que en 2023 documentaron la pérdida de alimentación de hielo para el glaciar y en 2024 está la evidencia del impedimento del flujo de hielo hacia la parte baja del Pico.
Detalla que al interior, el contorno superior del glaciar ya se despegó del cráter, lo cual hace ver la pérdida de la zona de acumulación de la cual se alimenta. El glaciar ya casi no tiene ni nieve ni hielo para alimentarse.
Al contrastar imágenes del exterior del glaciar de junio de 2011 y septiembre del mismo año, el investigador afirma que fue en ese periodo cuando de no haber nada raro -el Pico se veía totalmente blanco-, se empezaron a notar unas protuberancias; empezaba así a notarse el basamento rocoso.
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Para 2018 ya había más irregularidades y en 2021 ya estaba todo el afloramiento pero con una pequeña capa de nieve estacional, que dura máximo dos semanas. La cobertura era apenas de 3-5 centímetros.
Al referirse a la aparición de estas rocas (lecho rocoso), menciona que es un indicador de mayor almacenamiento de calor que se transferirá al hielo, acelerando aún más la desaparición del glaciar.
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Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa