En palanquetas, mazapanes, atoles, horchatas, pan, gelatina y hasta en tortillas, el amaranto es un alimento muy rico y versátil con grandes propiedades alimenticias.
Esta semilla es originaria de México y Centroamérica y es propio de los climas templados y tropicales. Son tantas las vitaminas y proteínas que contiene que la Organización de las Naciones Unidades para la Alimentación y la Agricultura (FAO) tiene catalogado al amaranto como una de las plantas más prometedoras para el desarrollo económico de los países productores.
Por tanto, la FAO designó a México como país de demostración para el fortalecimiento de la cadena de valor del amaranto, esto de acuerdo con lo que informó la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en su página oficial.
¿Qué significa el nombramiento de la FAO a México?
Dentro de las líneas de acción que tiene la FAO a nivel mundial se encuentra el programa “Acción Global sobre el Desarrollo Verde de Productos Agrícolas Especiales: Un País, Un Producto Prioritario”, el cual, de acuerdo con el organismo internacional, se trata de un proyecto a cinco años, el cual fue lanzado en 2021 con la finalidad de promover a nivel mundial, regional y local el cultivo de productos agrícolas endémicos de los países.
Se trata de impulsar cultivos de productos que presenten cualidades únicas y características especiales que tengan el valor “de contribuir a la transformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles para una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una mejor vida, sin dejar a nadie atrás”, apunta la FAO.
Así, para este programa los países pueden presentar su propuesta de producto prioritario y, de ser elegido, acceder a diversos apoyos para impulsarlo y lograr el objetivo de una mejor nutrición de la población.
En América Latina ya están dentro del programa Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Trinidad y Tobago y Venezuela.
A partir de agosto de 2024 la FAO incluyó a México en la iniciativa y con esto se hace un reconocimiento a sus productores, investigadores y agroindustria por su trabajo en la producción, transformación y la promoción del amaranto.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural apunta que, además, el reconocimiento es también por el potencial que el amaranto y otros cultivos ancestrales tienen “para mejorar las condiciones de vida de los productores en sus países y su contribución a la seguridad alimentaria, nutrición y bienestar de la población en México y el mundo”.
¿Cuál es el valor nutricional del amaranto?
El amaranto es una planta de la que se puede aprovechar sus hojas para ensalada y su semilla tostada, que es como lo conocemos, para los diversos alimentos y bebidas que se consumen, muchos de ellos, desde tiempo precolombinos.
El amaranto contiene más proteínas que el maíz y el arroz, y 80% más que el trigo; es rico en vitaminas A, B, C, B1, B2 y B3; ácido fólico, calcio, hierro y fósforo, y es rica fuente de aminoácidos. Por todo ello es que está considerado dentro de uno de los 36 cultivos más prometedores del mundo y como el mejor alimento de origen vegetal para consumo humano.
Su consumo ayuda en el control de enfermedades cardiovasculares, alivia el dolor de estómago y la anemia.
Registra la Sader que la producción de amaranto en 2023 registró una cosecha de seis mil toneladas y representó un aumento de 4.8 por ciento respecto al año anterior.
Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Ciudad de México, Oaxaca y Morelos destacan como las entidades con mayor producción; se espera que con la designación de la FAO se impulse la producción y consumo de este alimento.
Amaranto, importante para los pueblos originarios
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el amaranto, del náhuatl “huautli”, que significa “alegría”, durante la época prehispánica fue un cultivo básico para diversas culturas, sobre todo porque es resistente a diversas condiciones naturales.
Además, la alegría no solo era usada como alimento, sino como parte de ofrendas y rituales, ya que con la semilla se hacían figurillas, tal como hasta hoy en día, en las festividades de Todo Santos, hay calaveritas de amaranto.
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El INAH agrega que de acuerdo con estudios hechos por Nadia Vélez Saldaña, arqueóloga especialista en paleobotánica del Centro INAH Hidalgo, el amaranto era importante por su resistencia a las heladas, en comparación con el maíz; así que los pobladores originarios tenían en el amaranto una planta fácil de cultivar y más resistente a las temporadas de secas y heladas, que fácilmente almacenaban en ollas de barro sin que se descompusiera.
¿Por qué los colonizadores prohibieron el amaranto?
El amaranto fue clave para diversas culturas prehispánicas, como los aztecas o mexicas. De acuerdo con el ensayo “El amaranto o huauhtli sagrado del México prehispánico y alimento de alto valor nutricional del México contemporáneo”, dado a conocer por el Herbario del Centro de Investigación Científica de Yucatán, los pueblos originarios realizaban con amaranto y miel de maguey una especie de pan con formas de sus dioses como Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Tláloc, Chalchiuhtlicue, Coatlicue, Xiuhtecuhtli, Chicomecóatl, Matlalcueye, Iztactépetl y Opuchtli.
En una ceremonia estas figuras eran “sacrificadas” y simbolizaba la carne de estos dioses, la cual era consumida. Estos rituales fueron mal vistos por los colonizadores que buscaban evangelizar a los pobladores, por lo que no solo prohibieron la práctica, sino también el cultivo del amaranto, buscando inhibir la actividad. Bajo esta óptica de denigrar al amaranto, lo consideraron como “bledo”, es decir, una mala hierba.
Por tanto, desde hace algunos años se ha emprendido un rescate de la alegría, por su valor nutricional; fruto de todas las acciones para impulsar su cultivo, es que se logró el nombramiento de la FAO. Así que cada vez que des una mordida a una palanqueta de alegría o tomes un licuado, recuerda que se trata de un producto ancestral que urge ser impulsado para las generaciones futuras.