Aunque la mayoría de agua que es utilizada para el consumo humano es embotellada, diversos estudios científicos han mostrado que no es del todo seguro mantenerla en objetos de plástico, pues en muchas ocasiones se han encontrado diversos contaminantes que pueden ser dañinos para la salud.
De acuerdo al artículo ‘¿Agua embotellada, ¿qué tan pura es?’, del Instituto de Ecología (Inecol), se ha advertido por la presencia de cerca de 240 mil fragmentos de nanoplásticos en un litro de agua embotellada, por lo que su correcto procesamiento es fundamental para nuestro consumo.
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Con la llegada de las altas temperaturas, varias zonas de Veracruz y el país se enfrentan al desabasto de este líquido, sin embargo, ante la crisis, la poca agua que llega es utilizada muchas veces para consumo, pero esta puede contener diversos contaminantes y bacterias que pueden afectar la salud, ¿a qué se debe?
Principalmente, para el consumo diario, existen dos tipos de agua que se puede utilizar: potable y purificada y, aunque puede sonar similar, hay una gran diferencia entre ellas.
¿Cuál es la diferencia entre el agua potable y purificada?
Aunque ambas pasan por un tratamiento de desinfección, beber el agua potable puede generar diversas afectaciones a la salud.
El agua potable suele pasar por diferentes procesos para su uso entre los que se encuentra la coagulación, floculación, sedimentación, filtración y desinfección, además, suele provenir tanto de ríos, pozos, arroyos o presas y transportada a las ciudades mediante tuberías.
Aunque requiere de cierto proceso para utilizarla, aún conserva diversas sustancias químicas y microorganismos que pueden afectar al ser humano si se llega a beber.
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Normalmente, el agua potable es utilizada principalmente para higiene como el lavado de platos, para los hogares, los sanitarios, además de utilizarse para fabricar una gran infinidad de productos.
Por otra parte, el agua purificada requiere de un proceso más estricto, pues ésta es la que se utiliza para beber. Su principal diferencia radica en que en el tratamiento no se utiliza la desinfección con cloro u otras sustancias químicas.
Al ser un proceso más cuidadoso, con el agua purificada se eliminan bacterias, agentes patógenos, ciertos minerales, bacterias o parásitos, convirtiéndola en un líquido totalmente seguro para cocinar alimentos y, por supuesto, ingerirla.
Los procesos pueden ser similares a lo que ocurren con un filtro de agua, ya que estos aparatos tienen la capacidad de retener impurezas o sustancias contaminantes, permitiendo que cualquier persona pueda beberla.