Cuando un familiar o ser querido enferma o tiene una discapacidad que le causa dependencia, surge la necesidad de que alguien le cuide en casa. Según la Organización Internacional del Trabajo, el cuidado informal consiste en actividades y relaciones requeridas para atender las necesidades físicas, psicológicas y emocionales de personas cuya autonomía está comprometida. Dichas actividades están encaminadas a promover el bienestar del receptor del cuidado y se realizan de forma sostenida en la vida cotidiana.
En México, la mayoría de las personas que desempeñan estas actividades son mujeres, pues a ellas se les considera todavía como “naturalmente aptas” para hacerlo (lo que desde luego es un prejuicio). Además, es un rol que no siempre se asume voluntariamente, sino que muchas mujeres se ven obligadas a hacerlo.
Habitualmente no reciben capacitación formal ni remuneración por este trabajo que, además, se desempeña sin horarios establecidos y sin el reconocimiento ni visibilización suficientes.
Entonces, cuidar en casa trae consigo muchas desventajas psicosociales, pues se ven afectados muchos aspectos de la vida como: la autonomía económica, la salud mental, el tiempo de ocio, la intimidad y las relaciones sociales.
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Estudios han encontrado que este grupo de personas asisten menos al médico, tienen mayores índices de estrés, ansiedad y depresión, y se ven en la necesidad de renunciar a actividades de desarrollo personal como el estudio y el trabajo. Hablamos, por tanto, de una población en franca situación de vulnerabilidad.
Si usted es cuidadora, es conveniente que siempre que lo considere necesario busque ayuda. Actualmente, existen grupos de apoyo en línea que tienen el objetivo de socializar las experiencias de las cuidadoras y darles soporte emocional.
Cuide su propia salud y bienestar, pues esto vuelve más probable que su desempeño como cuidadora y la satisfacción que tiene con su vida personal sean mejores. Busque apoyo en personas cercanas para que pueda tomarse un tiempo para descansar, ejercitarse, planear una dieta balanceada, conversar con otras personas sobre sus emociones y asistir periódicamente al médico. Piense en lo que ha aprendido mientras cuida de otro ser humano y cómo esta relación de ayuda puede enriquecerle para el futuro.
En nuestro país hay todavía mucho que caminar para que los cuidadores informales sean reconocidos y atendidos como parte fundamental del sistema de salud.
Si usted conoce a alguien que cuida en casa escúchele, exprésele apoyo y acompáñele, probablemente lo necesite. Entre todos y todas podemos cuidar a quienes cuidan.
* Centro de Investigaciones Biomédicas, UV
Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa