/ domingo 14 de mayo de 2023

La neurosis, un problema agravante durante la maternidad

Las agresiones físicas y verbales cambiaron en ella y por fin pudo acariciar su pelo, estar con ella, convivir y atender una casa

Orizaba, Ver.- Suele decirse que la etapa más esperada por una mujer es la maternidad, pero ¿qué pasa cuando padeces de neurosis?, tres mujeres nos cuentan su experiencia como madres, jugando un rol en donde "las villanas" eran ellas.

Soledad es una madre de familia de una joven llamada Karen, pero antes de poder oírla y estar con ella, Soledad padeció de sus emociones, situación por la cual vivió una maternidad no deseada, "cuando sentí los síntomas del embarazo, yo sentí mucho rechazo, agredida a mi hija verbalmente, muchas veces me levantaba en depresión porque no podía atenderla, mis palabras eran qué no la podía atender, ella sufría mis problemas de neurosis".

Narra qué antes de ingresar al grupo de Neuróticos Anónimos, ella agredía a su hija, se desesperaba por sus acciones y lentitudes, pues la maternidad le costó demasiado tiempo de aceptarla, se recuerda con irritabilidad, sueño y enojo.

El que haya llegado al grupo le ayudo para que ella y Karen, pudieran convivir un momento," en el grupo me enseñaron desde hacer un agua de limón y ponerle atención, yo era una madre de cuerpo presente, pero de mente ausente, llegué al grupo y me enseñaron a tener atenciones para con ella".

Las agresiones físicas y verbales cambiaron en ella y por fin pudo acariciar su pelo, estar con ella, convivir y atender una casa.

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Por su parte, Alicia, también es madre de familia, comenta que durante sus embarazos no disfrutó el que se movieran, hablarles con cariño, o los estudios donde veía sus rostros y revelaban los sexos de cada bebé, "si quería hijos, pero sentía un rechazo, yo me recuerdo que cuando mis hijos nacieron no quise verlos, tuve mucho miedo a la responsabilidad, fui mamá a los 17 años de un varón, no sabía que hacer o como actuar".

En su pensamiento estaba el poder regalar a su hijo y con ello sentir tranquilidad, señala qué su hijo mayor sufrió de violencia, molestia, enojo y malas caras e incluso llego al grado de mandarlo al jardín del niño solo, por ello ahora que este niño creció, se formó con una responsabilidad grande, ya que desde niño se vio obligado a criar a sus hijos y cuidar a su madre.

Al llegar al grupo, Alicia cambio su actitud, dejo los golpes, los gritos y los malos tratos para él y el resto de sus tres hijos; ahora en su etapa de abuelita disfruta mucho estar con ellos y hoy día se arrepiente de las actitudes qué tuvo para sus cuatro hijos e incluso las veces en las que peleaba con su pareja, siendo sus hijos testigos de toda esta agresividad.

"Llegue al grupo cuando mi hijo el mayor ya estaba casado, nunca los oí cuando llegaban de la escuela, siempre los regañe y no los escuche, con el tiempo ahora les digo palabras bonito y con mis nietas convivo diario, dos de mis hijos se fueron de mi lado a vivir lejos, siempre busque culpables y era yo", narra.

"No se nota, pero existe"

Finalmente, Magda, es una mujer que debido a su problema de neurosis tuvo malos tratos con sus hijos, esta enfermedad es algo que no notamos, pues siempre creen tener la razón, "yo tuve a mis hijas cuando termine mi carrera profesional, ninguna de mis hijas nació en el momento que yo quisiera, yo quería que tuvieran un cuarto adecuado, un hogar, pero no fue así, yo luche por tener una casa y adquirir algo".

En dicho momento, Magda no noto que sus frustraciones fueron "culpadas" a sus hijas, sin embargo, sabiendo que no era algo intencional sus acciones para con ellas.

La declarante comenta que la sobrecarga física y emocional de querer hacer todo, hacía qué su enojo y frustración fuera para sus hijos; cuando ella llega al grupo y ve que en su momento había jóvenes con situación similar a la de ella, vio que estás le tenían rencor para sus madres y ella cayó en la idea del daño emocional qué causó.

Poco a poco empezó a cambiar, los zumbidos de oídos se fueron, el dolor de cabeza se fue, los enojos disminuyeron, el cansancio se alejó y en su momento las pastillas para dormir qué ingería se fueron a segundo plano.

Hoy en día, Magda continúa trabajando en sus emociones y agradece que sus hijas sean educadas, disciplinadas y exitosas.

Las tres entrevistadas recalcan qué sin el grupo de Neuróticos Anónimos no hubieran podido salir adelante, superar sus emociones, miedos y malos tratos y ahora ser unas personas diferentes.

Orizaba, Ver.- Suele decirse que la etapa más esperada por una mujer es la maternidad, pero ¿qué pasa cuando padeces de neurosis?, tres mujeres nos cuentan su experiencia como madres, jugando un rol en donde "las villanas" eran ellas.

Soledad es una madre de familia de una joven llamada Karen, pero antes de poder oírla y estar con ella, Soledad padeció de sus emociones, situación por la cual vivió una maternidad no deseada, "cuando sentí los síntomas del embarazo, yo sentí mucho rechazo, agredida a mi hija verbalmente, muchas veces me levantaba en depresión porque no podía atenderla, mis palabras eran qué no la podía atender, ella sufría mis problemas de neurosis".

Narra qué antes de ingresar al grupo de Neuróticos Anónimos, ella agredía a su hija, se desesperaba por sus acciones y lentitudes, pues la maternidad le costó demasiado tiempo de aceptarla, se recuerda con irritabilidad, sueño y enojo.

El que haya llegado al grupo le ayudo para que ella y Karen, pudieran convivir un momento," en el grupo me enseñaron desde hacer un agua de limón y ponerle atención, yo era una madre de cuerpo presente, pero de mente ausente, llegué al grupo y me enseñaron a tener atenciones para con ella".

Las agresiones físicas y verbales cambiaron en ella y por fin pudo acariciar su pelo, estar con ella, convivir y atender una casa.

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Por su parte, Alicia, también es madre de familia, comenta que durante sus embarazos no disfrutó el que se movieran, hablarles con cariño, o los estudios donde veía sus rostros y revelaban los sexos de cada bebé, "si quería hijos, pero sentía un rechazo, yo me recuerdo que cuando mis hijos nacieron no quise verlos, tuve mucho miedo a la responsabilidad, fui mamá a los 17 años de un varón, no sabía que hacer o como actuar".

En su pensamiento estaba el poder regalar a su hijo y con ello sentir tranquilidad, señala qué su hijo mayor sufrió de violencia, molestia, enojo y malas caras e incluso llego al grado de mandarlo al jardín del niño solo, por ello ahora que este niño creció, se formó con una responsabilidad grande, ya que desde niño se vio obligado a criar a sus hijos y cuidar a su madre.

Al llegar al grupo, Alicia cambio su actitud, dejo los golpes, los gritos y los malos tratos para él y el resto de sus tres hijos; ahora en su etapa de abuelita disfruta mucho estar con ellos y hoy día se arrepiente de las actitudes qué tuvo para sus cuatro hijos e incluso las veces en las que peleaba con su pareja, siendo sus hijos testigos de toda esta agresividad.

"Llegue al grupo cuando mi hijo el mayor ya estaba casado, nunca los oí cuando llegaban de la escuela, siempre los regañe y no los escuche, con el tiempo ahora les digo palabras bonito y con mis nietas convivo diario, dos de mis hijos se fueron de mi lado a vivir lejos, siempre busque culpables y era yo", narra.

"No se nota, pero existe"

Finalmente, Magda, es una mujer que debido a su problema de neurosis tuvo malos tratos con sus hijos, esta enfermedad es algo que no notamos, pues siempre creen tener la razón, "yo tuve a mis hijas cuando termine mi carrera profesional, ninguna de mis hijas nació en el momento que yo quisiera, yo quería que tuvieran un cuarto adecuado, un hogar, pero no fue así, yo luche por tener una casa y adquirir algo".

En dicho momento, Magda no noto que sus frustraciones fueron "culpadas" a sus hijas, sin embargo, sabiendo que no era algo intencional sus acciones para con ellas.

La declarante comenta que la sobrecarga física y emocional de querer hacer todo, hacía qué su enojo y frustración fuera para sus hijos; cuando ella llega al grupo y ve que en su momento había jóvenes con situación similar a la de ella, vio que estás le tenían rencor para sus madres y ella cayó en la idea del daño emocional qué causó.

Poco a poco empezó a cambiar, los zumbidos de oídos se fueron, el dolor de cabeza se fue, los enojos disminuyeron, el cansancio se alejó y en su momento las pastillas para dormir qué ingería se fueron a segundo plano.

Hoy en día, Magda continúa trabajando en sus emociones y agradece que sus hijas sean educadas, disciplinadas y exitosas.

Las tres entrevistadas recalcan qué sin el grupo de Neuróticos Anónimos no hubieran podido salir adelante, superar sus emociones, miedos y malos tratos y ahora ser unas personas diferentes.

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