Ante el inicio de un nuevo ciclo escolar es necesario observar el comportamiento de niñas, niños y adolescentes, pues adaptarse de nuevo al horario escolar, aprender lo que se da en clases, la convivencia con compañeros, cumplir con tareas, entre otras situaciones puede generar estrés, que si no se atiende a tiempo puede desencadenar daños graves a la salud mental.
Isabel Cristina León Sequeda, psicóloga y egresada del doctorado en Investigaciones Cerebrales de la Universidad Veracruzana indica que los infantes y adolescentes están expuestos a diversos estímulos que les generan estrés.
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Explica que, de acuerdo con la UNICEF, los niños y niñas en edad escolar pueden presentar diferentes tipos de ansiedad, depresión, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastornos del aprendizaje, trastornos de estrés postraumático, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos de alimentación y trastornos del sueño.
¿Qué factores propician el estrés en infantes y adolescentes?
León Sequeda explica que la principal causa de que los infantes y adolescentes presenten estrés es la presión académica, las altas expectativas de rendimiento escolar, la competencia con compañeros y las exigencias de tareas y exámenes.
“Otro factor son los problemas familiares, conflictos en el hogar, divorcio de los padres o situaciones de violencia familiar que afectan la estabilidad emocional de los niños”, señala.
Agrega que “el bullying y acoso escolar, la intimidación física o verbal por parte de compañeros, e incluso de docentes, es una causa importante de estrés. Esto incluye el ciberacoso, que ha aumentado con el uso de la tecnología y las redes sociales”.
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Señala que los cambios y transiciones en su rutina diaria, tales como mudanzas, cambios de escuela, el nacimiento de un nuevo hermano, el fallecimiento o enfermedad de un familiar o alguna alteración significativa en la vida cotidiana pueden generar incertidumbre y ansiedad, principalmente en los infantes.
“Otro factor a considerar son las expectativas sociales: la necesidad de encajar y ser aceptado por sus compañeros puede provocar angustia en los niños, especialmente si experimentan rechazo o aislamiento”, explica la especialista.
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León Sequeda nos dice que otro factor que no se debe pasar por alto es la falta de recursos económicos, pues aunque los adultos suelen pensar que los infantes no se dan cuenta, la realidad es que ellos están perceptivos a lo que ocurre en el hogar.
“Esto sin contar con que las dificultades económicas que hay en casa, como la falta de alimentación adecuada, acceso limitado a servicios básicos o a recursos educativos, son factores de estrés que impactan el bienestar infantil”, indica.
¿Cuáles son los signos de alerta de estrés en infantes?
La especialista en salud mental nos comparte que si bien los signos varían de acuerdo a la etapa en que se encuentran los infantes, hay algunos que se presentan indistintamente y que se pueden dividir en dos niveles: signos de estrés moderado y signos de estrés elevado.
“Las reacciones físicas del estrés moderado en infantes de todas las edades son fatiga, sensación de opresión en el pecho, dificultades para respirar, boca seca, debilidad muscular, dolor de estómago, mareos, temblor, dolores de cabeza, dolor genérico”, explica León Sequeda.
Por otro lado, advierte que los síntomas de estrés elevado y que no deben pasarse por alto porque requieren atención profesional urgente son retraimiento, reserva, inmovilidad y mutismo.
Con inmovilidad se refiere a “cuando el infante es inusualmente quieto, sumiso y silencioso en comparación con otros niños de su edad; ojo, esto muchas veces se confunde con que se trata de un ‘niño bien portado’, pero los niños sanos son espontáneos, seguros, juegan, ríen y muestran iniciativa para realizar actividades”.
Del mutismo explica que se trata “de niños extremadamente silenciosos, que no hablan con otros niños o con personas adultas aunque estas ya sean conocidas o frecuentes en su entorno. Tanto el mutismo como el mostrar miedo en presencia de otros suele confundirse con timidez y ser considerado poco relevante; sin embargo, podría ser signo del elevado nivel de estrés que el pequeño está experimentando”.
Otro signo de alerta de estrés grave puede ser que el infante muestre una preocupación extrema de manera constante al prepararse para ir a la escuela o realizar actividades relacionadas, como la tarea.
También puede manifestar síntomas físicos como temblores, dolores de cabeza, pérdida de apetito, tensión y dolor, agresividad, voluntad de dañar a otros, confusión o desorientación.
Estrés puede acarrear adicciones en infantes
León Sequeda explica que el exceso de estrés va mermando la salud física y mental del infante, quien además puede buscar un escape al sentimiento de agobio e incertidumbre que le acompaña. Una de estas formas de lidiar con el estrés puede ser la adquisición de una adicción.
“Aunque es más común que las adicciones sean relacionadas con la adolescencia, los niños y niñas también pueden desarrollarlas como un medio para soportar su entorno, sobre todo si carecen de otras herramientas de manejo adecuado del estrés”, indica.
Subraya la especialista que adicción no necesariamente significa que sea a alguna droga de las conocidas, como alcohol o cigarro, o a alguna ilícita como marihuana o cristal; sino que se puede generar adicción a otro tipo de sustancias o incluso comportamientos que generen sensación de placer o control.
“Los niños presentan diversos tipos que adicciones que no se ven como las que acostumbramos a observar en adolescentes y adultos; algunos ejemplos de adicciones que presentan los niños son uso excesivo de video juegos, consumo de dulces, pasar horas utilizando dispositivos tecnológicos o conductas repetitivas como chuparse el dedo o comer en exceso”, agrega.
¿Por qué es importante controlar el estrés en los infantes?
La egresada del doctorado en Investigaciones Cerebrales de la UV abunda que es necesario recordar que los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo emocional, social y cognitivo de las niñas y niños
“La infancia es la etapa en la que se establecen las bases para la autoestima, la resiliencia y las habilidades para enfrentar los desafíos de la vida”, nos dice.
Agrega que es durante la etapa de la infancia cuando las niñas y niños aprenden a gestionar sus emociones, a formar relaciones saludables y desarrollar su autoestima.
“La mayoría de los trastornos de la edad adulta tienen su origen en la infancia o la adolescencia. Detectar y abordar problemas de salud mental a tiempo puede prevenir que se conviertan en afecciones más graves en el futuro”, puntualiza.
¿Qué medidas se pueden tomar para evitar el estrés en infantes?
Ante este panorama, León Sequeda llama la atención sobre el papel de la familia en el desarrollo del infante y en darles la ayuda que necesitan para aprender a manejar el estrés de manera saludable, pues, aclara, el estrés es una reacción física natural de supervivencia y de lo que se trata no es de huirle o satanizarla, sino de aprender a identificarla y manejarla de manera sana.
Algunas recomendaciones que brinda a las familias para aprender a manejar el estrés de forma saludable son: tener una adecuada organización del tiempo, ayudar a los hijos a planear su tiempo y respetar los acuerdos a los que lleguen, permitir equilibrar las tareas escolares, dar lugar al tiempo libre y al descanso.
“El descanso y el juego no son tiempo perdido, estos momentos son necesarios para relajarse reducir el estrés y mejorar la salud”, indica.
También aconseja que los padres promuevan una comunicación abierta, “para lograrlo es necesario crear un ambiente en el que los niños se sientan seguros para expresar sus preocupaciones o frustraciones sin temor a ser juzgados. Es adecuado preguntarles cómo les fue en la escuela y permitirles relatar sus experiencias y sentimientos acerca de sus actividades escolares y situaciones relacionadas con su entorno escolar”.
Otra medida positiva es evitar la presión excesiva hacia el logro académico o incluso deportivo o artístico, si es que desarrollan alguna actividad extraescolar.
“Es mejor valorar el esfuerzo, la dedicación y el aprendizaje en sí, que fijarse solamente en las calificaciones. Un hogar amoroso que proporciona seguridad es uno de los principales pilares para el desarrollo de la fortaleza emocional en los pequeños”, abunda.
También señala que otras formas de manejar el estrés de forma saludable es hacer ejercicio y tener una sana alimentación, pues “ambos factores influyen directamente en el bienestar físico, emocional y cognitivo, ayudando a los niños a manejar mejor el estrés”.
León Sequeda indica que el ejercicio “estimula la producción de ‘hormonas de la felicidad’, que mejoran el estado de ánimo y reducen el impacto del estrés, mientras que una alimentación variada y sana, rica en vitaminas, minerales y nutrientes ayuda a mantener el equilibrio del organismo, contribuyendo a la salud emocional, mental, mejorando el funcionamiento cognitivo, reduciendo la fatiga y fortaleciendo el sistema inmune, todo esto se traduce en salud mental para los pequeños”.
Para las familias que deseen tener asesoría personalizada para mejorar la salud mental, aprender a manejar mejor el estrés o ansiedad tanto en adultos como infantes y adolescentes o aprender a comunicarse mejor con sus hijos, pone a disposición el número 228 315 0181.