ORIZABA, Ver.- Para doña Rafaela Linaldi Dolores, retomar sus clases presenciales en el Club del Abuelo Sur es una gran alegría, pues estar un año encerrados les hacía pensar en enfermedades y todo era tristeza, pero ahora dice, nuevamente rejuvenecerá.
Que la Casa del Abuelo, que es un espacio de reencuentro y alegría para personas de la tercera edad, quienes encontraron aquí el espacio idóneo para convivir y compartir experiencias, estuviera cerrada por más de un año debido a la pandemia causó desánimo en quienes estaban inscritos en uno o más talleres, pues la convivencia con otras personas de su misma edad los animaba.
Se reanimaron, dijo, cuando comenzaron a recibir clases virtuales, “Yo las recibía por el celular, no tengo computadora ni tablet, pero por el teléfono atendía a las maestras y maestros”, abunda.
A doña Rafaela le gusta la pintura, señala. “He pintado mucho, gracias a la clase. Estoy muy contenta porque éramos 9 amigas y la maestra en línea, donde platicábamos, pero ahora ya en clases presenciales vamos a estar mejor, porque vamos a vernos para convivir con alegría”, enfatiza.
Dice que volver a sus clases presenciales le entusiasma porque, aunque no pueda abrazar a sus compañeros y amigas, verlas cara a cara le ayuda. “Aquí tomamos café o algo, nos ayuda a mantener la mente despejada, no pensar en enfermedades, hasta rejuvenecemos, bailamos, y cada fin de mes celebran el cumpleaños a los que les toca; hay aplausos, pastel, porras, ya extrañábamos la convivencia”, dice.
En el Club del Abuelo están bien cuidados, pues tienen un médico que les atiende en caso de que se sientan mal. Como saben que la pandemia aún no termina están comprometidos a mantener los protocolos establecidos para evitar el contagio, pues reconocen que, si bien ya están vacunados, aun así, están en riesgo de enfermar.