Las personas con autismo no necesitan adaptarse a la sociedad, sino que es la sociedad la debe adaptarse a ellos, aseguró Jorge Manzo Denes, director del Centro de Investigaciones Cerebrales de la Universidad Veracruzana, quien precisó que es responsabilidad de las personas de desarrollo típico el conocer las diversas manifestaciones que presentan las personas que viven con esta condición.
Entrevistado en el marco del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, el investigador recordó que, dado que el autismo es una condición y no una enfermedad, quienes la tienen no pueden “curarse” y la única forma de lograr la integración es conociendo el espectro de conductas que presentan.
“Cuando como sociedad no sabemos que ellos (las personas con autismo) van a estar balanceándose, que no tienen empatía para relacionarse y que en un salón pueden no hacerle caso a la maestra, es que nos sorprenden esas conductas. Pero eso lo debemos saber quienes somos los que estamos en el espectro, no ellos. Muchas veces queremos que los niños con autismo se comporten como nosotros pensamos que se deben comportar todos los niños y no es así. Somos nosotros los que nos debemos adaptar a estas conductas”, reiteró.
El biólogo e investigador universitario dio a conocer que conductas más comunes que presentan las personas con autismo están contempladas en lo que los expertos llaman “Triada del autismo” y son el aislamiento social, las alteraciones en el lenguaje, motoras o repetición de movimientos. Indicó que aunque pueden presentarse otras manifestaciones, son éstas las más repetidas.
Sobre los avances que se tienen en las investigaciones sobre el autismo, el director del Centro de Investigaciones Cerebrales de la UV aseguró que aunque el autismo se conoce desde hace más de 100 años, el tratamiento científico del tema data apenas del año 2000, por lo que todavía hay muchos aspectos de este espectro que se desconocen. Precisó que los estudios se han acelerado debido a la gran cantidad de personas que viven con este espectro y es que, de acuerdo con las cifras internacionales, uno de cada 59 niños tiene autismo.
El especialista apuntó que en 20 años, los avances que se han presentado son notorios, tanto en el campo de la investigación como en el comportamiento y aprendizaje de la sociedad. Destacó los esfuerzos realizados por empresas para adecuar sus espacios y servicios para este sector de la población y puso el ejemplo de las proyecciones de cine en las que se adecuan aspectos como el sonido y la iluminación para que los menores puedan asistir a ellas.
“Lo que tenemos que ir haciendo es adaptando el ambiente a la necesidad de los chicos, no querer hacer que los chicos se adapten a lo que nosotros hemos instalado para los que somos de desarrollo típico, porque eso va a ser muy complicado”, insistió.
Señaló que esto debe aplicarse también en las escuelas en las que los niños con y sin autismo deben convivir juntos, sin embargo, sólo en ciertos espacios fuera del salón de clases, ya que la forma en la que aprenden unos y otros es muy diferente. El investigador explica que deben acondicionarse salones especiales donde los docentes atiendan de manera exclusiva a los menores con autismo, ya que la mezcla de niños va a ser bastante difícil tanto para ellos como para los maestros.
“Los niños con autismo aprenden, pero la curva de aprendizaje es más lenta a la de un niño de desarrollo típico (…) Si mezclamos esas dos curvas de aprendizaje sería muy complicado. Mi propuesta es que vayan a escuelas regulares para que en algún momento del día se puedan juntar, pero que cada niño vaya a su propio ritmo”, indicó el investigador de la UV.