La restricción en la venta de bebidas alcohólicas en esta capital durante la contingencia sanitaria por coronavirus ha provocado que empleados de tiendas en donde las venden hayan sido insultados por clientes que pretenden adquirirlas en días y horas no autorizados.
Durante un recorrido en esos establecimientos, empleados coincidieron en que ocasionalmente no faltan aquellos, hombres y mujeres por igual, que se ofenden al negarles la venta de alcohol, aunque indican que a la fecha las agresiones no han pasado de los insultos, los cuales califican de injustos, porque ellos sólo siguen una indicación de la autoridad.
"A veces hasta gritan y nos ofenden, pero de ahí no ha pasado", sostuvo Julio Mejía, encargado de una tienda de la zona de Los Lagos.
"Se enojan, pero hasta ahí, pues no les queda de otra", señaló Sofía Lara, quien trabaja en una tienda de la zona centro.
En la colonia carolino Anaya, Alejandra Rodríguez, empleada de otra tienda similar, abundó que "aunque se pongan pesados no pueden hacer nada porque generalmente es en las noches cuando el establecimiento se encuentra cerrado y funciona a través de una ventanilla".
Aunque por disposición oficial la venta de bebidas alcohólicas se encuentra restringida a causa de la pandemia, hay quienes aprovechan los horarios permitidos para abastecerse y tener reservas los fines de semana y así no tener que padecer o "pasar corajes" por no conseguir licor los fines de semana, dijeron los trabajadores.
Por disposición oficial, la llamada "ley seca" se mantendrá indefinidamente con la intención de reducir accidentes y la presión en hospitales, que actualmente se encuentran saturados por pacientes con Covid-19.
Además la prohibición busca reducir los niveles de violencia familiar, cuyos casos han aumentado durante el confinamiento, esto de acuerdo con reportes del Instituto Municipal de la Mujer. De jueves a sábado, la venta de esos productos se encuentra restringida y los demás días sólo puede llevarse a cabo de 12 a 17 horas, de acuerdo con Protección Civil municipal.
Durante los días y horarios permitidos es común que lleguen jóvenes y adultos para adquirirlas.
También dijeron que en ocasiones se presentan adolescentes con la intención de comprar cervezas, a quienes por ley, de forma permanente, no se les venden bebidas alcoholizadas ni cigarros.
ANSIEDAD UN ENEMIGO DURANTE CONFINAMIENTO
La “ansiedad”, como lo nombra Diego, lo ha hecho manejar de madrugada o sobre la carretera Xalapa-Coatepec, donde en un accidente perdió totalmente su vehículo en 2018.
Desde que inició el confinamiento pensó que sería temporal la “ley seca”, medida aplicada en el municipio de Xalapa, sitio donde radica en la colonia Lomas Verdes. A los casi cinco meses en casa, ya buscó y encontró comercios que le venden de lunes a viernes después de las 15 horas, pero no los fines de semana.
“Es arriesgarse para ir por un pomo, pero a veces te gana la ansiedad por tomar. De por sí ya tienes ansiedad de estar encerrado, no salir a lugares que acostumbrabas a salir y te encuentras limitantes como ésta”, cuenta vía telefónica.
Para el segundo fin de semana de agosto, Diego compró una botella de Bacardí, de un litro, en 250 pesos hasta la puerta de su casa, precio que refirió se lo “respetaron” porque ha encontrado comercios que le suben hasta 70 pesos por pieza, más envío.
“Se quieren hacer ricos en un fin de semana vendiéndote el pomo a ese precio”, añadió.
El servicio de motos le cuesta 20 o 25 pesos, prestación que poco ocupa porque prefiere salir a buscar su botella idónea y de paso, salir de casa ocupando un cubreboca y gel antibacterial en su bolsillo.
En su búsqueda ha encontrado sitios “clandestinos en Xalapa”; las tienditas en las colonias de la periferia de la capital del estado, otra en la avenida Ruiz Cortines y una más en la avenida Miguel Alemán.
“Son tiendas pequeñas que sí te venden, solo te dicen trae tu morral o si vas en coche mejor (…) A veces me digo, chi** a su madre, a donde vendan voy por alcohol para tratar de simular que todo sigue como antes”, contó.
En cuanto a Pablo, amigo de Diego, vive en La Pradera –perteneciente al municipio de Emiliano Zapata– y él no asume como “ansiedad” la necesidad de comprar cada fin de semana bebidas alcohólicas.
De su quincena, destina no más de 300 pesos para comprar algunas cervezas o dos botellas a degustar mientras continúan en confinamiento para prevenir contagio de Covid-19.
“No me afecta tanto la ley seca, me es indiferente, supongo que para quienes sí es porque extrañan el convivio social, no tanto el alcohol, pero es un factor de este convivio y lo necesitan para desahogar lo de la semana”, infirió Pablo.
Ambos jóvenes realizan frecuentemente videollamadas por la aplicación “House party”, donde simulan que están en la casa de alguno de los dos con todo su grupo de amigos; esto con la finalidad de mantener contacto y salir virtualmente del encierro.
Con información de Arantxa Arcos