Córdoba, Ver.- Tengo nerviosismo porque nosotros estuvimos entre mucho plomo y todo me asusta, ustedes me asustan, los policías me asustan, pero uno tiene que seguir adelante e ir olvidando cosas del pasado; yo no duermo, al mínimo ruido digo "¡oh Dios mío, ¿qué está pasando?”, dijo Alba “N”, joven migrante venezolana.
Secuestro, balazos, robos, miedo, cansancio, fatiga y falta de dinero, son los problemas a los que una joven de 34 años originaria de Venezuela, su esposo y sus dos hijas de 7 y 11 años han tenido que enfrentarse luego de salir de “su segundo hogar”, que es Perú.
Te puede interesar: Van mil 353 revisiones migratorias en Veracruz
Desde hace 4 años ella su esposo y sus dos hijas salieron de Venezuela, pues la falta de empleo, dinero, oportunidades de trabajo y servicios médicos complicó su vida. Viajaron a Perú, pero el gusto les duró poco ya que dejaron ese país hace tres meses ante la falta de trabajo; vendieron cosas y empezaron la búsqueda del sueño americano.
Al no contar con el pasaporte venezolano, dijo, optaron por cruzar la selva llamada Tapón de Dorién, donde estuvieron seis días y siete noches solos, con miedo, sol, lluvia y animales que no conocían pero también con el miedo por sus hijas pequeñas.
Al ver las circunstancias decidieron continuar su travesía, pasaron por Ecuador y Colombia, cruzaron la selva, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala donde por segunda vez fueron asaltados, su miedo no era perder lo material, sino perderse, entre ellos pues habían sido testigos de violaciones a mujeres, situación que Alba temía para sus hijas.
Al llegar a México su situación económica era fatal, pues no contaban con dinero y fue como empezaron a pedir dinero en las calles de Tapachula.
Nos subimos a un bus, la gente nos decía por dónde pasar, qué ruta tomar y así evitar los retenes, pero llegando a Agua Blanca, Hidalgo nos volvieron a asaltar, nos quitaron el poco dinero, la ropa y pasamos la peor experiencia
Narró que durante cinco días ella su esposo y sus hijas vivieron el terror de un secuestro, no sabían dónde estaban, si era de día o de noche, pero al final los soltaron y terminaron en Tierra Blanca.