Cansados, con sueño, sin comer o poder asearse, con cobijas, bolsas, chamarras, usando pañaleras como almohada o vehículos como camas, decenas de personas esperan afuera del Centro de Alta Especialidad "Dr. Rafael Lucio" y el hospital civil “Luis F. Nachón” por sus seres queridos enfermos.
La banqueta, el piso, las bancas del camellón de la avenida Ruiz Cortines, todo es cama, no importa los días que tengan que pasar. Incluso el sol, el frío y la lluvia, hacen a estas familias más fuertes; nada los hace desfallecer en la espera.
Desde el inicio de la pandemia por el Covid-19, las restricciones en los hospitales han impedido que familiares ingresen con los pacientes; actualmente solo una persona puede acompañarlos cuando así es necesario, lo que ha provocado que muchas familias tengan que estar a la intemperie y sin ninguna protección.
Irma Salazar Lorenzo está recargada en una camioneta que le prestaron a su hermano para pasar la noche, a un lado está su cuñada recostada, mientras esperan noticias de Yamilet, su sobrina; la pequeña de un año y cuatro meses fue internada por una infección en su estómago y convulsiones. Originarios de Perote cumplieron más de ocho días en la zozobra y a la intemperie, pero con la fe de se recupere muy pronto.
“Gracias a Dios nos van diciendo que va evolucionando bien, está en terapia intensiva; aquí estamos nos prestaron esta camioneta para quedarnos aquí día y noche, la novia del hermano de ella (su cuñada) les prestó la camioneta y aquí nos quedamos, aquí dormimos y estamos todo el día”, dijo.
Con la voz entrecortada narra que la pequeña tenía el cerebro inflamado por tantas convulsiones, “desde que nos la trajimos de allá (Perote) así estuvo convulsionando, pero gracias a Dios han dicho que va bien, está sedada, no la han despertado desde el jueves que la sedaron; dijeron que ya le iba a disminuir, esperemos en Dios que se recupere muy pronto”.
Lo que menos le importa a sus padres y a Irma es alimentarse, aun así en ocasiones compran comida o alguien pasa a regalarles “un taco”. El papá de la pequeña Yamilet tomó las vacaciones que le debían en la empresa en la que trabaja para cuidar a su hija, no importa que sea afuera del hospital, y “acampando” en la camioneta que les prestaron; nadie se ha motivo de allí, descansar es solo un decir, en realidad todo el tiempo están pendientes de cualquier noticia. Del lado del camellón, sobre unas bancas que recién se instalaron, están sentados José Juan Vega y Wendy Areli Rivera, ellos tienen 15 días esperando que den de alta a sus bebés, niña y niño, unos gemelos de 15 días de nacidos, pero que por ser prematuros están en observación.
Se quedan a dormir “donde caiga”, no hay recurso que alcance para buscar hospedaje en algún sitio y solo cinco días han podido viajar a Perote de donde son originarios porque no alcanza para el pasaje. Con apenas unas delgadas cobijas, la pequeña familia decide estar al pendiente de sus bebés.
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“Traemos unas cobijas para cubrirnos del frío, si nos alcanza hacemos una comida, hay gente que viene a darnos, no tienen hora, hace un rato pasaron a dar unos tamales, a veces una torta, café”.
José Juan se dedica a hacer block, Wendy es ama de casa, y ahora solo está deseosa de que pronto puedan llevarse a su pequeños a casa.
“Ha sido difícil, pero tenemos que estar aquí, como 10 noches nos hemos quedado en la calle, cinco veces pudimos ir a Perote porque están caros los pasajes de aquí para allá y anduvimos viendo de algunos lugares (para quedarnos), pero todo está carito”.
Cerca está sentada también la mamá de Dulce de 15 años, Amelia, originarias de Tlapacoyan, la joven tuvo un accidente de moto y se lastimó la cabeza por lo que tuvo que acudir a revisión; aunque la vez del accidente varias noches tuvieron que dormir en la calle, esta vez esperan que solo sea una.
“Es difícil quedarse aquí porque no hay espacio donde quedarse más seguros, hay que quedarse aquí afuera porque adentro no dan permiso sentarse, por la pandemia ahorita no, solo puede pasar la persona que la va a cuidar”.
Amelia se dedica junto con su hija a la venta de gelatinas, frituras y otros productos en la calle; los días que tienen que ir al hospital no pueden trabajar, así que van al día y no siempre es posible comprar comida cuando deben estar en Xalapa.
En las afueras del hospital civil “Luis F. Nachón” está Julieta García Valdivia quien espera noticias de su abuelito Jenaro de 81 años. Desde el domingo pasado lo internaron por apendicitis.
Originarios de Ixhuacán de los Reyes señala que, aunque hay muchas personas que regularmente les llevan cosas para comer, en ocasiones tienen que comprarse ellos sus propios alimentos.
Todo fue tan rápido que llegaron sin cobijas, suéter ni nada; apenas pudieron llevarles algo con qué abrigarse y pasar una mejor noche.
“Allá los hombres se dedican al campo y nosotros somos ama de casa, no alcanza para pagar hospedaje, tenemos que quedarnos aquí porque si piden algo allá arriba, nos gastamos lo poco que traemos ahí, y dormimos por ahí sentadas, porque no trajimos cobijas ni nada”.
A su abuelito le siguen haciendo estudios así que no hay fecha de salida, “es difícil estar aquí, por todo, tanto la espera de no saber cuándo o cómo está, si se va a recuperar y la preocupación”.
Todas estas personas confían todos los días en que alguien llegue a ofrecerles comida de manera gratuita, el dinero que tienen lo reservan para sus enfermos, medicinas o lo que requieran, no en alimentarse ni en buscar hospedaje; todas sus fuerzas están enfocadas en pronto llevarse a sus enfermos a casa.
Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa