Orizaba, Ver.- Alrededor de 85 niñas de entre seis y 18 años provenientes de municipios cercanos al Pico de Orizaba, así como los estados de Guerrero y Oaxaca cursan la primaria y secundaria viven internas en el Asilo San Luis Gonzaga de esta ciudad. La orden de religiosas que está a cargo del asilo y colegio trabaja arduamente y reciben el apoyo de donaciones de particulares, para procurar el bienestar de las niñas que tienen a su cargo.
ATIENDEN A NIÑOS EN SITUACIÓN VULNERABLE DESDE HACE 110 AÑOS
Con una trayectoria de 110 años dicha institución ha recibido y atendido a cientos de niñas de familias de muy escasos recursos, que ven en este asilo una opción para darles un mejor futuro, ya que de permanecer en su hogar no lo tendrían.
“Todas las niñas que tenemos reciben incluso acompañamiento psicológico por situaciones que tienen a veces. Han sufrido mucho y tienen carencias en su alimentación y en todos los aspectos; ahí van mejorando con la ayuda de Dios en todo, también en su educación cristiana, educación moral e intelectual”, dijo la religiosa Margarita Navarrete Silveira, auxiliar de administración.
Recordó que aunque hace aproximadamente 10 años reciben varones dentro de su plantel, el internado es únicamente para niñas. “Era lo que don Luis González quería y precisamente en su testamento es lo que pide, que la institución sea para niñas de escasos recursos”; esa fue la condición que impuso.
NIÑAS VIVIAN EN SITUACIONES DIFÍCILES EN SUS HOGARES
Reconoció que muchas niñas vivían en hogares violentos, desintegrados, donde hay descontrol en la educación “y nuestra labor es esa, orientarlos”, acotó. La situación con los niños, que únicamente asisten a clases, es parecida.
“Lo que estamos viendo son padres que no están juntos, no hacen caso a los niños y se les tiene que poner mucha más atención; nos ayudamos con psicólogas que vayan platicando con las chicas, con los papás; es bastante delicado y de mucha atención”, subrayó.
Añadió que están pendientes del desarrollo de las niñas y adolescentes, para ello tienen que conocer la situación familiar que viven. “Hay niños que viven en la sierra, que son no pobres, sino miserables, sus casas están pobres y más allá”, tanto que a las niñas se les enseña a barrer y a trapear, porque no sabe pues en su casa hay piso de tierra.
A todas se les enseña a trabajar en la cocina, a hacer pan, para que cuando salgan de la escuela sepan al menos valerse por sí mimas con algún oficio; para que, por ejemplo, ayuden a hacer pan; que ayuden en la cocina y aprendan también a comer de todo.
CURSAN EN INTERNADO SU EDUCACIÓN BÁSICA E INCLUSO UNIVERSIDAD
En el internado, "cuando las niñas no tienen a nadie cursan sus estudios básicos en la institución y si al terminarlos quieren continuar buscan en otra de las escuelas de la fundación, que tengan licenciatura e internado y las trasladan a alguna de ellas hasta terminar una carrera, de manera que luego puedan tener los medios para mantenerse y formar una familia, pero tenemos que ayudarlas, porque tenemos niñas que no tienen familia o nos han llegado por el parte del DIF”, refirió.
SE SOSTIENEN CON APOYO DE BIENECHORES
El internado se sostiene con el apoyo de bienhechores que buscan las religiosas pues hay que alimentar todos los días a cien personas. Hay que buscar ayuda porque no habría otra manera de sostener esto sin bienhechores.
Subrayó que la obra realmente es de Dios, porque hay veces que llega el pago de nómina y la madre encargada de la administración busca aquí y allá para completarla, pues también se tiene que pagar luz, gas, el mantenimiento del edificio que es de todos los días. “No encontramos otra explicación más que la obra es de Dios porque, si no fuera así ¿Cómo alimentamos a estás muchachitas?, porque la mayoría son adolescentes y comen muy bien; entonces hay que buscarle para que las niñas estén bien”, destacó.
Señaló que hay quienes piensan que las monjas tienen dinero, pero no es así. “No señores tenemos que conseguirlo y lo conseguimos no para nosotros, sino para todas las criaturas que atendemos, porque no nos podemos esperar a que todo nos llegue del cielo; a Dios rogando y nos tenemos que mover, la obra es de Dios”, enfatizó.
Reconoció que en ocasiones la situación se complica, pero no falta y salen adelante, pero tienen que buscar constantemente a algún bienhechor. “Si no tuviéramos esa ayuda ¿cómo salimos con la alimentación?, no se puede porque lo que nos pagan no alcanza y hay quienes no pagan nada”, mencionó.
En la primaria y secundaria tienen 170 becas y como son una institución de beneficencia no lucran con el asilo, por lo que buscan que salga lo necesario para el personal que trabaja con ellas, “porque nosotras somos las de la obra apostólica, pero ellos viven de su salario y hay que pagarles lo que les corresponde”, refirió.