ORIZABA, Ver.- La violencia que resiente la mujer indígena aumentó al cien por ciento a consecuencia de la pandemia, reveló Lizeth Hernández Cruz, coordinadora de Kalli Luz Marina, Asociación Civil.
Señaló que hoy son obligadas a convivIr más con su agresor en el hogar, muchas de ellas ya no son nada más en calidad de acusada, sino de víctimas, señaló.
En rueda de prensa expuso que el incremento de las agresiones lo revela la Red Nacional de Refugios, donde hay ocupación alta de mujeres que viven situación de violencia en su casa.
Reveló que instituciones que apoyaban a mujeres violentadas empezaron a cerrar, pero se dieron cuenta que las llamadas de auxilio al 911 se dispararon; por ejemplo, dicen que recibían 55 llamadas por minuto, de violencia, en los primeros meses de la pandemia.
Consideró que a las denuncias no se les da el seguimiento adecuado, vivo ejemplo de la falta de seguimiento es el de Edith, vecina del municipio de Zongolica.
Uno de los graves problemas es la discriminación, aunado a la disminución del presupuesto desde la Federación para reducir las desigualdades del hombre y la mujer.
En las instituciones no hay personal capacitado ni sensibilizado en el tema, para atenderlo desde una perspectiva de género.
Respecto a las denuncias de indígenas violentadas, explicó que una barrera que existe es la gran distancia entre las comunidades donde habitan y los distritos judiciales, así como la falta de dinero y ser monolingües, pues en la Fiscalía no brindan las herramientas de traductores, por eso es complejo que ellas den seguimiento a los procesos.
Además, no denuncian por factores sociales como el rezago y marginación donde viven.
Reconoció también, que falta mayor sensibilidad, capacitación e interés desde la Federación, ya que ha habido un incremento dramático tanto de violencia de género como de feminicidios durante la pandemia. "La violencia es ejercida por el jefe de familia contra la mujer y los hijos", concluyó.