A diferencia de otras ciudades donde las cantinas tuvieron un resurgimiento en la última década, en Xalapa no se les ha invertido para destacarlas como sitios históricos. Al contrario, con la pandemia, algunas cerraron de manera temporal y otras, definitivamente.
“El lugar no importa. Seis tragos y tres chelas, y listo. Al chile, lo que buscamos es embriagarnos”, dice Carlos, de 58 años, quien se asume alcohólico de fin de semana.
Orgulloso, dice haber recorrido casi todos los bares y cantinas, lo que le hace asegurar que a la hora de elegir dónde tomar el trago sólo importa “cuánta lana traes, qué edad tienes y qué tan hambreado andas, porque eso sí, la botana es la botana”.
El dicho de Carlos lo respalda don Juanito, quien se traslada de su pueblo de origen a Xalapa tres veces por semana y la visita obligada es a “La Naolinqueña”, que “no´más” para hacer la diferencia tiene a la entrada el sanitario.
Ubicada en Pípila esquina con 20 de Noviembre, a unos pasos de una terminal de autobuses de líneas foráneas, lo mismo recibe a personas de Naolinco y la región que a xalapeños.
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“Ser popular no es malo”, dice con singular alegría un arquitecto que acostumbra pasar a comer ahí. Y es que el lugar es más que modesto. Eso sí, cuenta con su “rockola” donde se puede elegir música de “Acapulco Tropical” y otros grupos “prendidones pa’echar” la cumbia.
De “La Naolinqueña” no saben decir cuántos años tiene de funcionamiento pero sí que ha sacado de aprietos a cientos de lugareños que buscan “apaciguar la tripa cuando el hambre aprieta o cuando hay que olvidar las penas con un poco de alcohol”.
A diferencia de este establecimiento, personas de edad más diversa optan por caminar a Alfaro y visitar El Submarino, con sus 105 años a cuestas y el eslogan de ser “una cantina de tercera con servicio de segunda y clientes de primera”.
“El Subma rifa. Igual y nada más tienes 20 varos y ya te puedes echar un vaso de michelada, y te queda cambio”, dice a carcajadas un universitario, quien asiste con regularidad acompañado de sus amigos por un “cubetazo” y las alitas con habanero.
“Si hay más lana, eres más fresón o te pones la de estudiante, ya buscas otros barecillos, como La Uni, 40 y 20 o, ya más pro y con ‘dancing’, el Barezzito y otros que están más acá”, expresa un normalista que aclara es buen alumno, pero “nadie le dice no a una buena peda”.
En pandemia, lugares emblemáticos han cerrado temporal o definitivamente, especialmente en la zona de la calle Victoria. “¡Ahh!, El Chico Julio, chingo de anécdotas”, dice un literato que ronda los 50 años.
Al bar, que dejó de dar servicio tras 77 años, lo recuerda con nostalgia, como punto de encuentro con los amigos, para pasar el rato o iniciar pláticas de escritores y terminar con política, futbol o musas.
De allí mismo nombra la cantina La Negrita, fundada en 1935… Ya es historia, dice, para luego afirmar que “en Xalapa, el que quiere encuentra porque por todos lados hay opciones, y harta cañita de Mahuix”.
LO HISTÓRICO
El historiador Irving Rosaldo Maldonado comparte que en la memoria están “Las Palomas”, con instalaciones en Clavijero y luego en la esquina del Callejón de Rojas, y los bares más representativos del siglo pasado, los de los hoteles Juárez, Salmones y México.
Menciona también otros “más populares”, como Las Glorias de un Torero, El Costalazo, El Farolito, Club de Artistas, La Frontera, La Chiripa, El Temblor, La Luna, La Estrella, El Sol de Enfrente, La Muralla y El Tinacal, sin olvidar la pulquería La Jabalina.
Actualmente hay libertad de elegir, pero en la capital del estado, igual que en todo el país, “hubo campañas contra el consumo del alcohol con un contenido moralizante por considerar al vicio como una plaga que consumía a la raza mexicana”.
Lo anterior lo apunta el historiador Raúl Viveros Olivares en su investigación “Las ligas antialcohólicas en Xalapa 1930”, donde habla de la Liga Antialcohólica de Xalapa (27 de junio de 1930).
Indica que estaba integrada por personas letradas y de moral intachable de la ciudad, quienes recibieron apoyo en especie y monetario por parte de los tres niveles de gobierno.
Detalla que hay reportes que confirman que para el año de 1930 los xalapeños acudían “a los colindantes municipios y localidades para embriagarse, como Banderilla o El Castillo”.
Entre 1929 y 1930, documenta que “se clausuraron cantinas y tiendas que expendían licores al vaseo como El Casino Jalapeño, La Metropolitana (Enríquez 3), El Golfo de México (Revolución), La Camelia (Covarrubias), entre otras, además de varias pulquerías”.
Como ha sucedido a lo largo de la historia, expone que algunos establecimientos fueron tolerados con el pago de los respectivos impuestos, federal, estatal y municipal.
“Gradual y convenientemente el gobierno de Veracruz comienza a permitir tanto la apertura como la continuidad de algunas cantinas hasta 1931, cuando fue permitida la comercialización y consumo de alcohol a nivel nacional. El Gobierno federal y de los estados implementaron dicha medida para permitir una mejor recaudación fiscal y una mayor captación de recursos que se perdía por concepto del mercado clandestino”.
Y bueno, ya se sabe, asuntos de gobierno, impuestos y “mochadas” son otra historia…
En el Bar Río de la Plata gobernadores y alcaldes se reúnen
Veracruz, Ver.- Con la experiencia única de su caldo de caracol con cebolla morada como entrada, el Bar Río de la Plata ha sido lugar de encuentro de gobernadores, alcaldes, actores, actrices, trabajadores portuarios, del muelle y demás gente de la sociedad que buscaban un lugar para disfrutar del día con una cerveza bien fría y apaciguar el calor característico del puerto jarocho.
En sus inicios como una cantina, ubicado en pleno centro de la ciudad de Veracruz, no había pretexto para que la gente concurrieran en el lugar; los primeros clientes fueron los trabajadores del muelle que buscaban la convivencia entre amigos después de una larga jornada laboral.
Poco a poco el lugar se fue convirtiendo en el favorito de muchos y en las mesas del lugar grupos de amigos y familias enteras también pasaban la tarde e incluso algunos llevaban a sus hijos pequeños convirtiendo el lugar algo más familiar, algo como un restaurante-bar.
Incluso esos pequeños que visitaban el lugar acompañados de sus padres, ahora son adultos y siguen regresando al Bar pero con la diferencia de que son ellos los que llevan a sus padres, haciendo de esto una tradición que perdura en la actualidad.
Apenas se sentaban y ya un mesero traía un rico caldo de caracol servido en una tacita pequeña con su cebolla morada, la cual era la entrada antes de la primera bebida o el platillo de la carta.
Mientras la gente miraba su carta para decidir qué ordenar, un comerciante entraba para ofrecer sus productos, desde artesanías hasta chacharitas y después un grupo de músicos tocaban las canciones preferidas de la clientela a cambio de unas monedas.
Su historia data desde hace más de 50 años o tal vez más, cuando al parecer un español inauguró el lugar siendo el primer dueño pero por problemas personales regresó a su natal España dejando el negocio en manos de uno de sus trabajadores de más confianza.
Joaquín Mendoza, actual gerente del establecimiento refiere que en el año de 1995 cuando los actuales dueños, tomaron las riendas del lugar, el Bar Río de la Plata ya traía mucha historia.
Afirma que para que los clientes siguieran sintiéndose en casa, se mantuvo intacto todo el concepto.
“Somos los terceros dueños del lugar y hemos tratado de mantener la tradición del Río de la Plata que lleva por más de 50 años con su famoso caldo de caracol y su cebolla morada, la ensalada de caracol y las ricas botanas, es como nuestro distintivo principal, muchos clientes nos frecuentan desde que eran estudiantes, o niños porque iban con sus papás, siguen yendo solos o ahora son ellos los que llevan a sus papás”, expresa.
Comenta que gobernadores como el priista Fidel Herrera Beltrán llegaron a asistir en muchas ocasiones acompañado de otros políticos y de la misma prensa así como alcaldes como el panista Julen Rementería del Puerto.
“Nos han comentado que los primeros clientes fueron trabajadores del muelle, de los bancos por su ubicación, grupos de amigos y luego se fue haciendo más familiar porque los papás llevaban a sus niños, también ha sido frecuentado por gobernadores, alcaldes, artistas”, menciona.
Recuerda que durante el romance entre el actor veracruzano Eduardo Santamarina y la también actriz Itatí Cantoral, el Bar Río de la Plata fue uno de sus lugares preferidos para demostrar su amor entre los años del 1999 a principios del 2004.
Así también, el Bar Río de la Plata, ha sido locación para la grabación de algunas novelas y películas, haciendo aun más famoso el lugar.
“Tenemos clientela no solo del puerto sino también de otros estados, de Puebla, Ciudad de México, Tampico, somos un lugar muy conocido y frecuentado”, señala.
Tras la fama del Bar, los actuales dueños se arriesgaron a abrir otra sucursal en la ciudad de Boca del Río en el año 2009, ahora con el nombre de Restaurant Río de la Plata.
“Nos trasladamos a Boca del Río para seguir con la tradición, al principio nos costó trabajo posicionarnos, pero nos ha ido bien, somos un lugar casi obligado de visitar cuando vienes a la zona conurbada, de hecho, nuestra clientela preguntaba que si éramos lo mismo que el centro y cuando se le servía el caldo de caracol se daban cuenta que sí, que no hay otro lugar para disfrutar de tu caldo y tu ensalada de caracol”, asegura.
Actualmente, tras la pandemia el Bar Río de la Plata fue cerrado al público y solo está funcionando el Restaurante en Boca del Río, pero se espera que para el último trimestre del año vuelva a abrir para el deleite de la gente.
“Desgraciadamente por la pandemia tuvimos que cerrar las puertas del centro, pero tenemos pensado retomar y abrir, los clientes mismos lo piden, nos preguntan que cuando reabrimos y si se está considerando para seguir con la tradición”, asegura.
Con información de Ingrid Ruiz | Diario de Xalapa
Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa