En nuestros jardines solemos verlos, aunque cada vez es menos común, pero en las zonas verdes de Xalapa, como el cerro de Macuiltépec o el Bosque de Niebla, tenemos a unos vecinos pequeños y silencioso, los anfibios.
Por definición los anfibios son animales que tienen huesos y columna vertebral, su piel es lisa, no tienen escamas, pelo o plumas; ponen huevos blandos porque la cáscara no tiene calcio; no pueden regular el calor en su organismo, por ello viven en lugares húmedos y solemos encontrar algunos bajo las macetas del jardín; pueden tener cola o no; los hay de dos, cuatro patas o sin patas; se trata de las ranas, sapos, salamandras, tritones, cecílias y en México tenemos al famoso ajolote.
Adriana Sandoval Comte y Juan Manuel Díaz García, biólogos del Instituto de Ecología (Inecol), nos indican que en el mundo hay 8 mil 301 especies de anfibios, de las cuales en México hay 409, de este número 70% son endémicas, es decir, que 285 de ellas son 100% mexicanas y no habitan en ningún otro lugar del mundo.
En esta basta diversidad, 248 especies son ranas y sapos; 158 son salamandras, ajolotes o tritones y solo 3 son cecílias. No obstante, aunque los porcentajes parecen altos, los anfibios son una especie amenazada, en el mundo el 45% de las especies están en riesgo de desaparecer y en México el 60%, es decir, de cada 10 anfibios, seis podrían extinguirse.
SU IMPORTANCIA
Juan Manuel Díaz, estudiante de doctorado del Inecol, señala que sólo por el hecho de existir, los anfibios merecen respeto y ser protegidos: “Fueron los primeros animales con huesos que nacieron de los ambientes acuáticos y colonizaron la tierra; hace 360 millones de años, muchísimos antes que los dinosaurios; son muy antiguos y eso los hizo que tengan tantas formas y colores, formas de reproducción y se hayan ido diversificando”.
Además, explica que estos animales proveen a la humanidad de diversos servicios sociales: son controladores de plagas, porque su alimentación consiste en insectos que podrían ser vectores de enfermedades, como los mosquitos transmisores del dengue o chikungunya; también mantiene a raya a insectos que pueden convertirse en plaga y afectar a los cultivos; algunos anfibios son un puente energético entre lo acuático y lo terrestre, pues forman parte de ambas cadenas tróficas al transitar del agua a la tierra.
Otro aspecto importante es que los anfibios son parte de la alimentación en muchas comunidades indígenas; y también forman parte de la cosmovisión de los pueblos originarios, ligados a lo espiritual; en lo cultural los anfibios están presentes desde tiempos prehispánicos, pues están tallados en esculturas, cerámicas y en obras arquitectónicas. E incluso continúan siendo fuente de inspiración para la creación artísticas de cuentos, películas y artes plásticas.
Adriana Sandoval agrega que además gracias a los anfibios se han dado avances en el campo médico-tecnológico, pues son usadas en laboratorio para estudios referentes a la regeneración celular, como es el caso del ajolote; y en farmacología de algunos tipo de ranas han extraído sustancias que son analgésicas.
EN EXTINCIÓN
Aunque vemos algunos anfibios cerca de las zonas urbanas, en realidad son pocas las especies que se han adaptado a vivir en condiciones de ciudad; la mayoría de los anfibios sólo pueden vivir en el bosque, por lo que su vida peligra cada vez más por el crecimiento de la mancha urbana, el cambio de uso de suelo de bosque a campo para siembra, y la contaminación de los cuerpos de agua.
“Xalapa es una joya porque pueden encontrarse anfibios en la ciudad, en las jardineras y parques, lo cual no es común en otras ciudades; y es que Xalapa todavía conserva cobertura de árboles, pedazos de bosques, pese a la urbanización; y también la humedad con la que cuenta todo el año, que esperemos que la sequía que está pronosticada no sea tan intensa”, indica Sandoval Comte.
Explica que en Xalapa lo más común es encontrar al tlaconete, que es un tipo de salamandra, de la cual hay muchos mitos por los cuales se les mata; también se encuentra la rana de oreja chica, que es una ranita verde, pequeñita, que hace un rechinido cuando canta; el sapo de caña, que es un anfibio de los de mayor tamaño, que suele vivir cerca de los desagües; la ranita chirriadora, que es de color café con verde y hace una especie de chiflido como un pollito.
Sandoval alerta que los anfibios que viven en zonas urbanas se enfrentan a depredadores como los perros y gatos, por lo que llaman a los dueños a no dejan que sus mascotas anden libremente por las zonas verdes, ya que pueden exterminar a estos pequeños animales.
A ese respecto, Juan Manuel señala que es necesario hacer consciencia y cuidar los pequeños espacios de jardines que hay en la ciudad, porque son refugios para muchas especies amenazadas, no sólo anfibios, sino reptiles y plantas: “También es necesario implementar políticas públicas que permitan la recuperación de zonas que han sido afectadas y que se recupere el bosque de niebla, porque potencialmente esas áreas que se recuperen servirán de refugio para especies en peligro de extinción”.
FESTIVAL DE LOS ANFIBIOS
Adriana Sandoval Comte y Juan Manuel Díaz García son organizadores del Festixal de los Anfibios, que este año realizará su cuarta edición, del 27 de abril al 2 de mayo.
El objetivo es sensibilizar a la población acerca de la importancia de estos animales, fomentar su respeto y cuidado a través de que conozcan cómo son y se dejen de lado mitos por los cuales se les mata.
Los biólogos del Inecol explican que este año por la pandemia el Festixal se realizará en línea, lo que permitirá que investigadores de otros países puedan dar charlas y hablar acerca de los anfibios que hay en sus regiones.
Vía plataforma Facebook, estarán disponibles charlas, talleres, documentales, obras de teatro, música, entre otras actividades. Todo lo referente al programa puede consultarse en el Facebook FestiXal de los Anfibios.