ORIZABA, Ver., 13 de diciembre.- Tener una hija con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) no es impedimento para que Angélica María Velino Sánchez desarrolle habilidades manuales en los talleres que imparten en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que le permitan allegarse de recursos y observar, al mismo tiempo, el avance que tiene su hija sobre su discapacidad al recibir periódicamente terapia en el Centro de Rehabilitación de dicha institución.
La joven ama de casa recordó que hace 15 años nació su hija, Yareli Gabriela, prematura pues nació a los seis meses y con PCI. Al DIF llegó a la edad de dos años y medio para recibir terapia de rehabilitación pues no podía sostener su cabeza y requería atención permanente.
“Yo trabajaba como control de calidad en una empresa, al llegar mi niña por ser prematura necesitó estar en incubadora dos meses cuatro días, estuvo muy grave y a partir de su gravedad yo tenía que estar. Pedí permiso en mi trabajo para estar checando a mi hija y de ahí en adelante sí cambió mi vida”, dijo.
A diferencia del común de las personas que se lamentan o reniegan al tener que afrontar una situación similar a la de Angélica María, ella la afronta de manera diferente.
“Mucha gente a veces se pregunta por qué, yo digo para que me la mandó Dios. A mi hija siempre la he apoyado, desde que nació siempre le he echado las ganas del mundo para sacarla adelante y sigo viniendo a rehabilitación”, subrayó animosa.
Hubo un tiempo en el que incorporó a Yareli a una escuela regular. “Ahorita ya va en secundaria, pero la regresé a una escuela especial, un CAM, porque por sus capacidades en una secundaría normal no alcanzaría el nivel de sus compañeros”, acotó.
El trabajo que han hecho ambas para lograr una rehabilitación significativa en Yareli no ha sido fácil, pues Angélica ha tenido que dividir su tiempo entre las terapias que recibe en el Centro de Rehabilitación del DIF y la atención que requiere su hijo mayor.
“Al principio fue más difícil, a mi hijo mayor me lo llevaba a la escuela, lo dejaba y me venía aquí desde las 8 de la mañana a hacerle la rehabilitación a mi hija y hasta las 12 del día me iba. Era trabajar y trabajar pues no sostenía cabeza”, recuerda y señala que gracias al empeño y a la terapia que recibe su hija ha avanzado e incluso desarrollado habilidades, pues la joven le ayuda en la elaboración de pulseras y collares que aprendió a hacer en los talleres que imparten en DIF.
“Hemos tenido pintura en madera country, pasta flexible, bisutería, manualidades, elaboración de piñatas, que nos han servido mucho”, incluso, dijo, les ha ayudado a obtener recursos económicos pues venden los artículos que elaboran.
Además, reconoció, a ella le ha servido de terapia para liberar el estrés que sufría por el agobio de la casa, los hijos y demás. “Viene uno al curso y se suelta uno, te pones a hacer tus pulseras y nos ha servido a las dos. Mi hija me ayuda, ella tiene problemas motores, pero ha logrado avanzar en su motricidad fina porque antes no insertaba y ahora inserta, le ha ayudado”, relata.
El de Angélica María y su hija Yareli es ejemplo de que a pesar de la adversidad se puede salir adelante, con una actitud positiva, ganas de hacer que las cosas mejoren y trabajo en conjunto para lograrlo.