Jaime Ignacio López Muñoz desde hace casi siete años tiene serpientes y tarántulas en su recámara, mascotas peculiares que alimenta con ratas y cucarachas.
La que más tiempo tiene con él, es una boa constrictor que adquirió su familia a través de una Unidad de Manejo Ambiental (UMA) registrada ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
“Desde siempre me han gustado ese tipo de animales, la boa llegó cuando yo tenía 15 años, me la regalaron mis papás, pero nos informamos cómo tenía que ser, si se requería algún permiso, y efectivamente cuando es un animal exótico o una mascota no convencional se requiere avalar la legal procedencia del animal y que nos pueda avalar que no es animal extraído de su hábitat”, dijo.
Expuso que, dado que la boa puede llegar a alcanzar hasta 2 metros como rango estándar, requieren de un terrario que sea al menos el doble de su tamaño, lo suficiente como para que se pueda estirar por completo, además de que necesita agua, parámetros de humedad y temperatura.
“En el caso de las boas son ligeramente arbóreas, sobre todo cuando son jóvenes entonces necesitan un lugar para trepar, la tengo en mi cuarto en este caso y requieren de un terrario especial y deben estar con temperatura especial que se puede usar para esto focos térmicos, una planta térmica, y un termohigrómetro para poder pedir la temperatura y la humedad”, dijo.
Cuando era joven comía ratones pequeños y actualmente come ratas de 500 gramos y conejos jóvenes, para lo que también existe un procedimiento a seguir dado que no se les debe dar animales vivos.
Jaime estudia el séptimo semestre de la licenciatura en Biología en la Universidad Veracruzana, además de la boa, tiene siete tarántulas de dos especies: arbóreas y terrestres que requieren también terrario, sustrato y un lugar con parámetros de temperatura y humedad.
“Comen otros artrópodos, en este caso yo las alimento con cucarachas, estas las crío yo, son cucarachas de Madagascar (…) yo considero que los animales no nos van a atacar al menos que los ataquemos y también creo que más que tener hay que comprender para quitar todas estas ideas de que son animales malos o que buscan hacerte algún daño”.
Destacó que es importante que esos animales sean adquiridos de manera legal para evitar un mal uso. Los precios de éstos pueden variar, y puede ir desde los 800 y hasta los 50 mil pesos dependiendo de la serpiente que se trate y las tarántulas oscilan entre los 150 pesos hasta los 3 mil.
Proyecto ARPA
Lourdes Jiménez Mora del proyecto de Asociaciones para el Respeto y Protección Animal (ARPA) dijo que en el estado no existe una regulación “bien hecha” de la venta de animales exóticos.
“Y animal exótico puede ser cualquier animal que no sea, digamos endémico, lo que para nosotros puede ser un animal muy común, en otros lugares es exótico, y desafortunadamente a pesar de que hay algunos tipos de regulaciones para control, no son los suficientemente fuertes y la gente puede estar trayendo animales de cualquier lugar y eso genera un gravísimo problema porque mucha gente termina dejándolo, lo suelta donde sea y se puede convertir en un problema muy grave”, dijo.
Expuso que sí existen algunas reglas, pero en la venta de ciertas especies y no es suficientes, “las autoridades están mucho más preocupadas por la protección y lo digo entre comillas, de las especies que consideran en peligro de extinción, pero no han puesto atención en el manejo de especies de un espacio a otro, de un hábitat a otro que generan muchos conflictos y lo vemos con las tortuguitas que las venden en todos lados”.
Explicó que se suponía que las medidas que aplica la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, tenían la finalidad de conservación, pero se pierde de vista quiénes son las personas que los pueden comprar.
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“Por ello cualquiera que tiene 30 mil pesos, puede ir y comprar un oso, dónde lo va a poner, no sabemos; y el día de mañana pasa como hemos visto casos, de un hipopótamo que van y lo sueltan porque ya pueden tenerlo y así pasa con muchas otras especies porque no está regulado realmente quién puede y no ese tipo de animales, es mucho más común de lo que podemos pensar porque la gente todavía tiene la idea de que puede tomar cualquier especie y llevarlas con ellos simplemente porque les gusta y lo pueden pagar”.
Agregó que por ello es común ver en redes sociales a personas que presumen que compraron un tigre o gente que compra cucarachas de Madagascar sin que las autoridades y la ciudadanía en general pongan atención en ello.
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