Orizaba, Ver.- Entre las familias del Valle de Orizaba se mantiene viva la tradición de recordar a los fieles difuntos, expresó el cronista de la ciudad, José Luis Renneaum Alcocer.
“Hoy en día, la gente coloca el altar o la ofrenda para conservar la tradición del Día de Muertos y, se sigue enriqueciendo la herencia de abuelos a hijos y nietos”, abundó el entrevistado.
Comentó que las personas vivas festejan y “conviven” con sus familiares muertos, desde el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre con una muestra gastronómica de lo que le gustaba a los que partieron.
"En la ofrenda podemos encontrar mole con una pieza de guajolote, arroz, hojaldras, fruta en dulce, cigarros, cerveza, botella de mezcal y naranja malta, entre otros antojitos del difunto o difunta, abundó.
"Sentimos que los muertos vienen y se van satisfechos"
Destacó que la festividad arraigada entre la sociedad permite la convivencia de la familia, porque cuando se van las almas que nos visitan se comparte el pan y la sal.
“Sentimos que los muertos vienen y, luego de visitarnos se van satisfechos; es una tradición que se repite cada año entre la población”, mencionó el cronista.
Recordó que en las comunidades indígenas continúa vigente el recordar a los que se adelantaron, mientras que en la ciudad son las personas de 50, 60 y más los que ponen la ofrenda y el altar, para que los hijos y nietos hereden la tradición.
Reveló que esta es una tradición que se sigue enriqueciendo, no se extingue, por el contrario, se conserva sin perder el contenido que heredaron los antepasados a las nuevas generaciones.
La abuela o abuelo, a fin de mes enciende una veladora que coloca en la mesa junto con las fotos de los difuntos; simboliza la luz que ilumina el camino de las almas que regresan; esto forma parte de las creencias del pueblo, apuntó.
“Es una festividad que se mantiene viva entre la población, que el 2 de noviembre asiste al cementerio, lleva flores a sus fieles difuntos y, en la tumba comparten la ofrenda”, concluyó.