Orizaba, Ver. - La masa combinada con salsa, pollo y sabores naturales como fresa o chocolate son una sabrosa combinación para los tamales y María Teresa de la Trinidad lleva más de 20 años vendiendo tamales en la ciudad de Orizaba.
Su esposo aprendió el negocio de su familia y con el paso de los años le fue enseñando a prepararlos para que 25 años después ella siga deleitando el paladar de los orizabeños y turistas que llegan a la ciudad buscando un platillo tradicional de la región de las altas montañas.
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Refiere que hace tiempo los gastos eran menores para la preparación de sus productos, sin embargo, pasado la pandemia de Covid-19, la hoja de tamal, desechable, el papel estraza y otros productos naturales como jitomate, cebolla, pollo, fresas y chocolate elevaron sus precios, no obstante afirma no elevar demasiado sus precios, ya que la ciudadanía no los compraría.
Cabe destacar que el precio del producto que ella vende subió 2 pesos y aunque refiere que el gas bajó de precio, el carbón elevó 6 pesos más.
¿Cómo afectó la pandemia de Covid-19 a la elaboración de tamales?
"La pandemia fue difícil para mí, la gente se encerró y aunque había venta no fue como en el 2019 y nos daba para los gastos del día", dijo.
Afortunadamente, la gente tomó para bien el alza del precio y sigue vendiendo sus tamales de mole, rajas, ranchero, dulce como pila, chocolate y zarzamora realizado alrededor de 200 tamales en variedad.
"Toda la mañana hacemos rajas, mole, pollo y luego de la jornada laboral llegar a casa a prepararlos y ponerlos a coser en carbón".
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María Teresa de la Trinidad señala que a partir de los primeros días de diciembre empezó a elevar un 20 por ciento la venta de sus productos gracias a la llegada de turistas que buscaban los tradicionales tamales rancheros y los de rajas.
"El habla, el acento y el físico nos decía que no eran jarochos y cuando les explicaba que era un tamal lo querían probar, pero también el champurrado, ponche y atole de arroz fue lo que pidieron para acompañar su tamalito".
¿Dónde se ubica?
La declarante agradece la preferencia de las personas que se acercan a su puesto ubicado a un costado de la iglesia de San José en Orizaba, pues poco a poco ha sido conocida.
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Su labor inicia a las 8 de la mañana y aunque su venta baja luego de la 1:00 de la tarde, continúa en espera de la venta de producto hasta las 9:00 de la noche, para luego limpiar el lugar y volver a su domicilio a realizar los tamales para el siguiente día.