Lo primero que piensan muchas personas cuando ven a alguien con tatuajes es algo negativo, pero somos como ellos, como cualquiera, dice el tatuador Víctor Zair Vargas Hernández.
Zair llega por las mañanas a su taller, Spartan Ink. ubicado en la colonia Progreso, abre las puertas, acomoda sillas, desinfecta, enciende las luces de neón, y poco a poco cobra vida un espacio donde se hace arte en la piel.
“El tatuaje es algo muy personal, tiene un significado especial y nadie debe meterse con eso, ni si quiera el tatuador, quien solo puede dar una pauta, pero es algo personal; lamentablemente muchas personas lo asocian con algo malo o que al hacértelo cambias de personalidad o eres otro ser humano; pero no, sigues siendo el mismo, como todos los demás”, indica Zair Vargas.
Una vez que ha desinfectado y cubierto con plástico toda la zona que usará, la persona se recuesta en la mesa y entonces Zair procede a la parte más importante: elegir la música que resuena en todo el taller y sale a la calle donde la gente que pasa inevitablemente mira al interior.
-“Perdón por la música romántica, pero sin ella no me concentro”, dice mientras canta a todo pulmón baladas de desamor, perdón u olvido; melodías que pocas veces asociamos a un lugar de tatuajes. “Soy nutriólogo de profesión— indica Vargas Hernández—trabajé en el Cecan y en Sesver y tuve muchísimos problemas por mis tatuajes; fui juzgado y criticado por ellos, jamás por un paciente, siempre de la parte administrativa y terminé saliéndome; a pesar de ser gente profesional, el ambiente ya no era saludable”.
Zair tiene casi todo su cuerpo tatuado, incluso zonas muy visibles como el rostro o cuello; indica que él comenzó a tatuarse durante la carrera y el comentario de sus docentes era que pensara en la imagen que daría a sus pacientes.
“Pero en la vida real, en mi trabajo, nunca me afectó; mis pacientes me buscaban por lo que sé, por cómo los trataba, no por la manera en la que luzco; los prejuicios vienen de otro sector y hacen mucho daño y no debería ser así; te juzgan por un tatuaje sin tomar en cuenta todo lo que eres; necesitamos entendernos más allá como personas y respetar nuestras diferencias”, indica el tatuador.
CAMPAÑA REGALA UN JUGUETE
Con la finalidad de ayudar a terminar con los prejuicios, Zair y su equipo organizan el Tatto Fest, que es una campaña de donación de juguetes para llevarlos a comunidades y colonias marginadas de Xalapa el 6 de enero.
Comenta que ya son varios los interesados los que se unirán para realizar una convivencia de Día de Reyes —siguiendo todas las medidas de sana distancia—; “se llevará a los niños comida y juguetes para que pasen un 6 de enero agradable”, indica.
La campaña consiste en llevar al taller, ubicado en la calle Guanajuato número 82 esquina con Tepic, Colonia Progreso Macuiltepetl, un juguete de mínimo un valor de 350 pesos y a cambio obtendrán un tatuaje de máximo 12 centímetros.
El tamaño y complejidad del diseño dependerá de la calidad del juguete aportado. Para más informes sobre cómo participar pueden entrar al Facebook: Spartan Ink. Xalapa.
“La idea es hacer unidad y que se lleven un recuerdo por haber ayudado, que cuando vean el tatuaje digan ‘gracias a este tatuaje un niño o niña tuvo un momento feliz’; y además se trata de que la gente se una con nosotros, que se quite ese prejuicio de que somos malos, que andamos robando o algo así; porque tenemos un tatuaje pero seguimos siendo humanos, sólo diferentes a ellos, pero no somos más ni menos y que también nos gusta ayudar y colaborar con los demás”, señala Vargas Hernández.