Orizaba, Ver.- Debido a la crisis económica que afrontan familias del Valle de Orizaba, amas de casa emprendedoras preparan cubitos y bolis de sabores que venden entre vecinos y transeúntes.
En las viviendas colocan letreros con los que promueven su venta, unos ofrecen los cubitos en 12 pesos y el boli, en 10. Para sorpresa de su abuela, que fue por ella al pre-escolar, Carito lanzó un grito y le dijo: “¡Quiero un cubito!”, y se detuvo frente a la puerta de la vivienda donde estaba el letrero.
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El hogar de Astrid se ubica cerca de una escuela, por lo que comenzó a vender cubitos de fruta con leche y bolis de distintos sabores. Dice que ya tiene clientes, y aunque haga frío o calor, tocan la ventana de su casa, para pedir su cubito.
Explica que los bolis los hace con jugo natural de frutas y agua, los cubitos (que son tanto de leche como de agua) también se venden mucho.
“Hay para todos los gustos, desde el tradicional de chocolate y cacahuate, hasta los de queso con zarzamora, mango, fresa y mamey, pasando por el de limón, piña, naranja, chamoy, entre otros sabores".
“Los piden chicos y grandes para mitigar el calor durante la primavera y el verano. A la gente le gusta porque el sabor es casero y son hechos con la receta secreta de la abuela”, destaca.
En ocasiones sale a la puerta de su hogar a ofrecer cubitos y bolis a los transeúntes, que además de disfrutar de un refrescante helado se sienten envueltos en un ambiente familiar, de tranquilidad y esparcimiento, porque le gusta platicar con la gente.
Platica que algunos jóvenes que estudiaron en la escuela cercana, regresan con sus hijos y se acuerdan de tocar la puerta, para pedir un rico cubito o boli, que al probar, los traslada a su adolescencia.
En el pórtico de las viviendas no hay rótulos o nombre que atraigan a los clientes, nada más es publicidad entre alumnos de la escuela que dicen: “vamos con doña Astrid por un cubito”.
Relata que a los chicos les gusta el cubito de galleta Oreo, chocolate, y chicle. “Hoy, los helados que ofrecen ya empaquetados, se derriten al solo contacto con el calor de la mano, están hechos de una especie de crema similar al helado, que permite saborearlo y disfrutarlo, pero rápido”.
Junto a la puerta principal tiene una cochera donde despacha en ocasiones los cubitos y bolis a la gente. “No se gana mucho, pero alcanza para comprar unos productos más de la canasta básica”, concluye.