Acultzingo, Veracruz.- Socorro Vázquez Olivier, una vecina de la comunidad de Tecamalucan, con 92 años de edad instala desde 1952 una monumental ofrenda para más de 600 difuntos. Cuando termina la festividad, comparte los canastos de fruta y comida entre las familias, amigos y personas que provenientes de otros lugares llegan a admirar la ofrenda.
Cada año repite este ritual con la ayuda de hijos, yernos, nietos y demás integrantes de su familia, que junto con ella se encargan de la preparación de los alimentos tradicionales, como: el mole, arroz, tortillas, pan de muerto, tamales de frijol, rompope y otros guisados.
Te puede interesar: ¿Conoces cómo se produce la flor de cempasúchil?, te lo explicamos
Una de las nietas de Socorro platica: “es la ofrenda que mi abuelita realiza cada año en Tecamalucan. Ella ahorra todo el año para ponerla”.
Comenta que desde 1952 -hace 70 años- comparte en estas fechas la comida con las personas que llegan y los canastos de fruta los regala a las personas de la comunidad, familia y conocidos.
Síguenos a través de Google News
¿A quien está dedicado este gran altar en la comunidad de Tecamalucan?
La ofrenda es para más de 600 muertos, de la familia, compadres, conocidos, desconocidos y, también pone para todos los difuntos que ya no tienen quien les ponga un altar.
“Mi abuela es una mujer llena de amor para todo mundo. Cuando llegas a su casa siempre tiene un plato de comida que ofrecer y hoy 2 de noviembre no es la excepción. A los que la visitan se les brinda un plato de arroz, mole y tamales de frijol, aparte les comparte la ofrenda”, agrega.
La ofrenda es para adultos y niños, a los que se las instala desde el 28 de octubre y levanta el 2 de noviembre, cuando todos los difuntos se van. El altar espera a todos los fieles difuntos por edad, y tipo de muerte, según su día.
Explica que cada año doña Socorro aumenta la cuenta de los difuntos, y coloca la fotografía de los que fallecen durante el año.
En el pasillo de la casa levanta el altar a lo largo de 30 metros o más. A los difuntos les pone mole con pollo, pan de muerto, entre otros platillos, fruta y dulces. Todo lo comparte con sus vecinos una vez que se recogen los alimentos.
La que pone es una ofrenda muy llamativa, colorida y emotiva. En sus diferentes niveles hay alimentos variados, golosinas, bebidas y postres para recibir a los fieles difuntos, cuyos nombres aparecen en letreros.
Esta ofrenda, la más grande de la zona de las Altas Montañas es una muestra del amor de una abuela de Tecamalucan, doña Socorro, hacia sus seres queridos que trascendieron el plano terrenal, pero a quienes mantiene vivos en su corazón y memoria.
Te puede interesar: ¿Todos Santos y Fieles Difuntos, celebraciones que están ligadas? te contamos
Ese amor lo comparte no solo con quienes le rodean, sino con los cientos de personas que llegan hasta su casa para conocer, no solo la monumental ofrenda, sino a la mujer que mantiene viva esta tradición ancestral.