Desprotegidas ante violencia, mujeres indígenas

A 15 años de distancia, esta Casa de la Mujer refugiaba a 15 y 20 mujeres por año

Mayra Figueiras | El Sol de Orizaba

  · miércoles 30 de diciembre de 2020

Foto: Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

ORIZABA, Ver.- El cierre del Casa de la Mujer Indígena (CAMI) en la zona serrana y de la Casa de la Mujer (Ziwuakaitzintli) deja en la indefensión a las mujeres de la región que sufren violencia, pues no tendrán un refugio donde permanecer ellas e incluso sus hijos, para protegerse del maltrato, aseveró Luz María Reyes Huerta, abogada del Colectivo Feminista Cihuatlahtolli.

Agregó que, según datos del Secretariado Ejecutivo Nacional, el 2020 fue un año histórico en cuanto a estadísticas de violencia hacia la mujer, lo que denota lo difícil que es para ellas no contar con un refugio accesible donde las puedan atender.

Luz María Reyes Huerta, abogada del Colectivo Cihuatlahtolli/Foto: Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

“Ayer atendí a una mujer que enfrentaba violencia extrema y era urgente refugiarla, pero no hay donde, es todo un proceso burocrático para acceder al refugio estatal", aseveró.

FALTA CASA DE MEDIO CAMINO

Indicó que hace falta una Casa de Medio Camino o un refugio temporal, mientras se hacen los trámites conducentes para referirlas a Xalapa, donde las valoren si son candidatas al refugio.

“Las mujeres necesitan un refugio temporal mientras recorren esa ruta para acceder y llegar al refugio en Xalapa”, abundó.

Resaltó que ellas están en total indefensión, pues, aunque en alguna ocasión las referían al CAI de Córdoba, éste no es refugio porque no tiene las características de una casa de la mujer.

El Colectivo Cihuahtlatolli, que tenía la Ziwakaitzintli, recordó, ofrece atención externa, al carecer de medios para refugiar a las mujeres violentadas. Recordó que, a 15 años de distancia, esta Casa de la Mujer refugiaba a 15 y 20 mujeres por año.

Foto: Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

El Albergue de Xalapa tiene recursos suficientes, pero burocratizan el acceso, y “aunque nosotras las llevamos, quieren que la violencia sea extrema; luego qué hago con ella si no la aceptan, vamos de regreso y a dónde la ingreso, podía ir con la mamá, pero ahí es a donde la va a buscar el agresor”, concluyó.