Conoce a Guadalupe, la comerciante más longeva y apreciada de Veracruz

Con una sonrisa, asegura que muchos la conocen como “la vieja del Portal de Miranda”, porque toda su vida la han visto por la zona

Ingrid Ruiz / Diario de Xalapa

  · domingo 7 de julio de 2024

Comenta que en esos años, a pesar de que era una niña, andaba sola, no tenía miedo y que caminaba desde la avenida Paso y Troncoso hasta el parque Zamora | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Veracruz, Ver.- Comerciante desde los siete años, Guadalupe Altamirano Vergara recorre diariamente el primer cuadro de la ciudad de Veracruz para ofrecer su fruta picada con chile a los turistas y locales. Con una sonrisa, asegura que muchos la conocen como “la vieja del Portal de Miranda”, porque toda su vida la han visto por la zona.

Su andar es lento, se le notan los casi 85 años encima y la aquejan algunas enfermedades, pero se mantiene activa, con recuerdos lúcidos de su infancia, su adolescencia y todos los años que ha tenido que trabajar sin descanso.

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¿Cómo inició Guadalupe Altamirano Vergara como comerciante en Veracruz?

 

 

Recuerda que sus padres se llamaron Pedro Altamirano y Bertha Vergara, incluso menciona que su padre era dentista, pero a pesar de eso tuvo que empezar a trabajar desde los siete años, vendiendo donas y budines en la avenida Diaz Mirón.

Comenta que en esos años, a pesar de que era una niña, andaba sola, no tenía miedo y que caminaba desde la avenida Paso y Troncoso hasta el parque Zamora, una distancia aproximada de 1.7 kilómetros, donde ofrecía sus productos a los paseantes.

Dice que fue testigo de la inauguración de la primera tienda comercial de Veracruz, que fue Chedraui ubicada en la avenida Díaz Mirón. Ella estaba por entrar a la adolescencia cuando la gran tienda empezó a ofrecer sus productos.

“Empecé a vender cuando tenía 7 años, estaba bien chavita y en aquel entonces apenas inauguraban Chedraui, la primera tienda comercial. Caminaba yo todo eso hasta el parque Zamora, en esa época vendía donas y budines”, expresa.

Asegura que en algún momento de la vida, llegó a juntarse con un señor y que tuvo dos hijos, pero cuando alcanzaron la adolescencia se fueron a vivir lejos de su lado y actualmente no sabe de ellos, su pareja también falleció y ahora vive sola en un pequeño cuarto en la colonia 21 de Abril.

Vende naranjas con chile, a veces también compra pepino, jícama y mango pero no siempre le alcanza, en ocasiones solo le alcanza para 10 naranjas que las da a 10 pesos con chile.

Algunos que la conocen, le regalan una moneda, otros le invitan un refresco o una torta, ella es muy amistosa y a todos les hace plática. Sin importar su edad, conversa con jóvenes y adultos quien la quiera escuchar les comparte algunos relatos de su vida, hace bromas y se la pasa sonriendo.

Todas las mañanas, Lupita camina desde su casa hasta el zócalo de la ciudad, donde por la mañana se coloca frente a la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y cuando el Sol se mueve, se cambia para el zócalo, ahí permanece hasta después de las 18:00 horas.

“Yo no agarro camión, vengo jalando mi diablo desde mi casa, vivo en la colonia 21 de abril, ahí rento un cuarto, una señora me da para vivir, de regreso a veces agarro carro, pero si no me echo la camina otra vez, hay algunos que me han dado el aventón como se dice, es que todos por aquí me conocen, me dicen la vieja del Portal de Miranda porque siempre me han visto por aquí, los meseros del restaurante, los comerciantes, los que vienen a misa, todo mundo me conoce”, comenta entre risas.

Vende naranjas con chile, a veces también compra pepino, jícama y mango pero no siempre le alcanza | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Lupita se ha ganado el cariño de la gente del centro, incluso hace un par de meses se notó su ausencia y no faltó quien la fuera a buscar hasta su casa para saber de ella y resultó que estaba enferma, por lo que se hizo una cooperación para pagar su consulta y medicamentos, de buena gana hubo muchos que dieron una moneda para ayudar a Lupita.

Está por cumplir 85 años el 1 de septiembre y no cuenta con ningún apoyo de alguna institución, su dinero se lo gana a base de su trabajo, vendiendo fruta, pero también de la gente que suele regalarle una moneda.

Manifiesta que mientras pueda caminar, aunque sea despacito, seguirá trabajando y cuando ya no pueda, dejará todo en manos de Dios porque es el único que sabe que pasará con ella.

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Publicado en Diario de Xalapa