Orizaba, Ver.- Las instalaciones de gas en casas-habitación son el mayor riesgo para que se registre un incendio, si éstas son deficientes y no reciben mantenimiento afirma Juan Ramón Herebia Hernández, empresario distribuidor de gas.
Dijo que es responsabilidad de los usuarios conocer la norma del uso de gas doméstico y comercial, cualquiera que sea el caso, así como cumplir con la revisión periódica del estado físico de los tanques, ya sea estacionario o de los cilindros.
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¿Cuántas normas oficiales deben respetar las gaseras?
Destaca que las empresas gaseras respetan 14 normas oficiales mexicanas y aunque consideró que ésta es una actividad sobrenormada, las aceptan y cumplen, todo por la seguridad de los usuarios.
Indica que el mayor riesgo que existe en el gas Lp son las instalaciones en las casas-habitación. “Hay personas que no hemos subido a la azotea de nuestra casa por muchos años y, por consiguiente, no sabemos cómo están las instalaciones de gas, ese es el mayor riesgo.
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Comenta que hay normas para las instalaciones de uso doméstico y comercial, que señalan que se deben cambiar de reguladores y ejemplificó que las casa de infonavit no cumplen con la Norma Oficial Mexicana (NOM), la cual dice que del aparato de consumo al tanque debe haber cuando menos 3 metros. Recomendación que la mayoría de las familias no conoce y tampoco cumple.
Exhorta a la población a tomar medidas preventivas, para evitar fugas de gas Lp al interior de las viviendas y los consecuentes daños a la salud, ya que inhalarlo puede provocar la muerte.
¿Qué medidas pueden prevenir un siniestro en el hogar?
Para evitar cualquier riesgo de fuga es importante que al salir de casa se cierre la llave de gas. Si no se puede hacer es recomendable que para evitar que se acumule el gas se mantenga siempre ventilada la cocina; evitar encender o apagar la luz, así como cualquier aparato eléctrico y una vez que sea seguro el espacio (libre de fuga) cerrar la llave de paso del tanque.
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Inhalar gas LP puede generar síntomas tales como dolor de cabeza, náusea, vómito, tos, dificultad para respirar, mareo, somnolencia, desorientación y, en casos extremos, convulsiones, inconsciencia y la muerte.
En caso del contacto con los ojos provoca congelamiento, hinchazón y daño ocular, mientras que en la piel puede provocar quemaduras frías que se caracterizan por dureza cutánea, palidez, frialdad, así como dolor agudo y rojeces.
