Xalapa, Ver.- La emergencia sanitaria por Covid-19 ha trastocado la vida académica y profesional de investigadoras y catedráticas de la Universidad Veracruzana, quienes desde su casa intentan trabajar en artículos o trabajos pendientes mientras atienden a sus hijos y padres, realizan las labores domésticas, monitorean el avance de sus alumnos y lidian con el estrés propio del encierro.
En las últimas semanas, a este entorno complicado se ha sumado una preocupación más.
Y es que conforme se incrementan los días de confinamiento crece la incertidumbre sobre la forma en la que las instituciones evaluarán el trabajo de aquellas que forman parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), así como el atraso de al menos un año que tendrán en sus proyectos. Coinciden en que aunque no han dejado de trabajar, todas tienen suspendida de manera indefinida la investigación de campo, así como el trabajo con animales o sujetos que tenían en los laboratorios y que son fundamentales para la producción científica que realizan.
En el marco del programa “Tardes de Ciencia” de la Universidad Veracruzana, las profesionistas de diversas ramas de la ciencia participaron del conversatorio on line “Maternidad, ciencia y confinamiento”, en el que compartieron las inquietudes que han tenido durante los días de encierro y los retos a los que se han tenido que adaptar en medio de la pandemia por Covid-19.
TRABAJAR EN MEDIO DE UNA CRISIS
Ana Luisa Ponce Miotti, investigadora adscrita a la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana, reconoció que para ella ha sido muy complicado adaptarse a un nuevo modelo de trabajo en el que necesitaba compaginar muchas situaciones que normalmente eran delegadas a otras personas. Reconoció que la carga escolar de sus hijos y las labores domésticas que ha tenido que asumir han provocado que su investigación científica esté detenida, esto a pesar de que todo su proceso de producción es teórico.
“Yo he decidido pausar la investigación porque para poder investigar uno necesita tener concentración, tener descanso mental y físico, necesitan tener espacios apropiados y en estos momentos yo no los tengo. Yo tengo una niña de 7 años y otra de 3 años y de pronto, de la noche a la mañana me convierto en la mano derecha de las maestras de la escuela, me convierto en la que debe encargarse de todas las labores del hogar y en maestra virtual con programas que yo no tenía preparados, entonces la investigación está detenida”, precisó.
Ponce Miotti precisó que aunque de manera general se ha llamado trabajo en casa a los esquemas laborales que se tienen en muchas instituciones públicas y privadas, lo cierto es que lo que actualmente realizan muchos trabajadores es trabajar en medio de una crisis. “Cuando trabajas en casa lo haces con una rutina establecida y con los demás miembros de la familia en sus rutinas propias, tienen tiempos de salir y otros para descansar o desestresarte, así que esto no es labor en casa, estamos en una situación excepcional de crisis”, dijo.
Reconoció que aunque se ha extendido la idea de que se puede aprovechar este momento de crisis para la convivencia familiar y el disfrute de tus seres queridos, lo cierto es que en medio de una crisis y un confinamiento como el que se está viviendo en México esto es “imposible”, ya que se carece de algo fundamental, como es la libertad. “Sin la libertad de hacer lo que uno suele hacer desde los lugares en los que uno lo suele hacer, el estrés, la angustia y el malestar van a ser parte de tu vida cotidiana. Entonces los roces, las crisis familiares son parte del día a día en un confinamiento porque es muy difícil la organización”, sentenció Ponce Miotti.
ATENDER A HIJOS, PADRES Y ESTUDIANTES
Guiomar Melgar Lalanne, investigadora del Instituto de Ciencias Básicas de la Universidad Veracruzana, destacó que aunque en su caso no tenía trabajo experimental con sus alumnos de postgrado, a la hora de entrar en el confinamiento perdió el control de sus estudiantes durante las primeras semanas, situación preocupante porque representaba una amenaza para el desarrollo académico de muchos.
“Los empecé a notar muy angustiados, especialmente a los estudiantes de postgrados y tesistas y me ha costado mucho encauzarlos y animarles a trabajar, aunque sea en aspectos teóricos”, dijo Ponce Miotti.
Expuso que a estas alturas de la contingencia no sólo debe lidiar con lo “rudo” del día a día que implica el cuidado de dos hijos adolescentes y de una mamá adulta mayor, sino que a esa carga emocional y a la propia se le suma la de sus estudiantes que “no están en su mejor momento”. Aseguró que esta misma situación la podrían estar viviendo otras catedráticas o investigadoras a quienes la atención emocional de sus alumnos podría estarlas sobrepasando. “A mí nunca me ha gustado ser la mamá de mis estudiantes, pero ahora sí tengo que empezar a preguntarles primero cómo están emocionalmente y luego va el trabajo”.
Melgar Lalanne indicó que mientras trata de alentar a sus estudiantes a terminar sus procesos académicos y procurará titular a egresados con “tesis a tres cuartos”, de manera personal su mayor preocupación ahora es la forma en que ella será evaluada por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), porque de esta evaluación depende su continuidad en este grupo.
“Esto no está previsto por las instituciones y me preocupa la forma en que se dará”.
RETRASO EN INVESTIGACIÓN
Por su parte, María Leonor López, integrante del Centro de Investigaciones Cerebrales de la UV, aseguró que el confinamiento al que se está sometido por la crisis de Covid-19 va a impactar negativamente tanto al trabajo con animales como al trabajo de campo que realizan cientos de investigadores de la máxima casa de estudios en Veracruz.
Explicó que aunque en un principio se buscaron alternativas para llevar a cabo los objetivos de sus proyectos de ciencia, conforme pasa el tiempo es más claro que se tendrán repercusiones importantes. Incluso, pronosticó que se puede llegar a tener un retraso de más de un año en los trabajos, ya que a lo que no se ha podido trabajar se le sumarán los problemas que se tendrán en el próximo semestre con la nueva normalidad. “Eso aunado a la carga emocional, es bastante difícil, ha sido muy pesado aceptar que el trabajo experimental iba a ser retrasado”.
En ese mismo sentido, Blandina Bernal Moreno, integrante del Instituto de Neuroétología, dio a conocer que en su caso tuvieron que aplicar eutanasia a algunos de los animales de experimentación y hacer uso de estrategias para tratar de salvar un poco el trabajo científico, sin embargo, la falta de una fecha exacta para regresar también ha representado problemas de logística. Precisó que en su caso, ha intentado hacer revisiones y análisis de trabajos previos que se quedaron “en el cajón”. “Creo que sí, ha sido todo un desafío y tendrá que reconstruirse todo y buscar estrategias para que podamos salvar todo este retraso”.
La investigadora universitaria apuntó que un elemento clave en la búsqueda del equilibrio es aprender a relajarse y hacerse de técnicas que permitan a las madres trabajadoras tolerar el estrés que provocan las actividades laborales, las domésticas y las académicas de sus hijos e hijas.
Por su parte, Patricia Martínez Moreno, integrante de la Facultad de Contaduría y Administración de la UV, reconoció que en su casa la adaptación a este periodo de contingencia ha sido más fácil que el de otras académicas e investigadoras que son madres, ya que sus hijos son jóvenes, una de 20 años y otro de 15, por lo que las preocupaciones de escuela y aseo personal de ambos son nulas. Incluso, explica, ambos se han sumado a las actividades domésticas. “En ese sentido la tengo más fácil que otras personas”, dijo Martínez Moreno.
No obstante, Martínez Moreno reconoció que para ella el confinamiento ha provocado que se detengan totalmente las investigaciones de campo y sólo debe conformarse con la investigación documental, lo que no ha sido sencillo. “Hay que preparar cosas en casa como los mismos alimentos y pensar en otras, por lo que la concentración no es la misma, además de que los tiempos pasan muy rápido. En ese sentido tiene uno que aprender a administrar los tiempos y ha sido muy complicado”, agregó Martínez Moreno.
Expuso que incluso la seguridad económica que representa para ella el trabajar en una institución educativa le da un panorama más cómodo para enfrentar el confinamiento, esto en comparación con aquellas personas que enfrentan una situación diferente.