Ixtaczoquitlán, Ver.- Desde hace 5 años, Blanca y Azucena quedaron desempleadas por efectos de la pandemia del Covid-19 y desde entonces se ganan la vida en la autopista.
“Es bien cañón quedarse sin trabajo, pero es más cañón cuando el hambre te aprieta, los hijos te piden y no hay comida para darles y entonces reaccionas y te pones las pilas”, dice Blanca, quien es madre soltera y tiene una niña de 10 años.
Por si fuera poco, su hermana, también desempleada, se separó de su pareja sentimental y cayó en depresión.
“Pero míranos, aquí estamos al pie del cañón, todos los días nos levantamos y preparamos tortas, pambazos, aguas de sabor, refrescos y botanas, somos nuestras propias jefas”, dicen.
“Nuestro día empieza como el de todos, solo que para las 10 de la mañana ya debemos estar instaladas en la autopista, ahí es donde nos ganamos el pan de cada día”, expresan.
Las hermanas se colocan en cualquier punto de la autopista Puebla-Veracruz, en los tramos donde ellas consideran pueden tener venta: “No estamos fijas en un sitio, tenemos que movernos a dónde sea”, precisan luego de ser entrevistadas en el tramo de Ciudad Mendoza-Acatzingo.
Coinciden en señalar que es muy difícil vivir así, “imagínate que todos los días tienes que llevar y traer la mercancía, exponerte entre los vehículos para llegar al lugar de venta y luego torearlos para ofrecerles venta de algún producto”.
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“Y no siempre te compran, a veces pasan horas y no hemos vendido más que un agua, un refresco, chicles o a veces nada, y eso te espanta por que el día avanza y las horas se reducen para vender”. Coinciden Blanca y Azucena.
Las hermanas precisan que no solo se trata de eso, sino que también se ven expuestas a los maleantes, aquellos que, sin importar afectarles en sus ingresos, les quitan lo poco que obtienen.
“Ya van dos veces que nos asaltan, ha sido un vago que viene y nos espanta con una navaja, y pues no hay nadie que nos ayude y tampoco a quien pedirle ayuda”, expresa Azucena.
Se exponen a accidentes
También señalan que al menos Azucena, las más “aventada” para la vendimia, ya fue golpeada por un camión, leve, pero la aventó a la orilla de la carretera.
“El chofer no me vio, pero por suerte estaban en mantenimiento la carretera y el avance era lento por parte de los conductores”, menciona la comerciante.
“Aquí otro problema, nosotros no tenemos seguro médico, y al día siguiente mi hermana y yo nos tuvimos que presentar a vender, ella me decía que le dolía el cuerpo por el golpe, pero si no vendemos no ganamos y si no hay ingresos no hay para la comida, así de simple”, resaltan.
Terminan pidiendo la compresión de las autoridades viales, quienes las han intentado quitar de la orilla de la carretera por seguridad, así como los viajeros, quienes a veces se quejan de los precios de los productos, sin tomar en cuenta los riesgos a los cuales se exponen para ganarse unos pesos.