ORIZABA, Ver.- El vía crucis este Viernes Santo fue diferente. Las imágenes de Jesús crucificado y la Virgen Dolorosa recorrieron simbólicamente los rincones de la Diócesis y llevaron la presencia del Señor en la oración.
Para evitar aglomeraciones, ambas, a bordo de dos vehículos, custodiadas por un grupo de ministros caminaron las calles de la ciudad. Cada una de las parroquias y Rectorías fueron las 14 estaciones. Al llegar a la catedral de San Miguel Arcángel fueron recibidos por el obispo Eduardo Cervantes Merino, quien dio la bendición al grupo que los acompañó en su caminar.
“Hemos querido recorrer la ciudad para que no olvides que la vida tiene sentido, que, a pesar del dolor, el sufrimiento y la muerte Dios está entre nosotros y, que el nombre de Emmanuel, con el que se anunció su nacimiento es una realidad hasta que venga por segunda vez: Dios con nosotros”, dijo en su mensaje.
En el atrio de la catedral, el prelado resaltó que Jesús camina en medio de nosotros en el dolor y el sufrimiento; “no solo por la crisis sanitaria, que ha sido muy particular en este año”, en el que ha sido lastimado el país, la Diócesis y todo el mundo, sino también otros dolores que nos acompañan, “otras crisis de dolor y sufrimiento”.
“Situaciones de injusticia, de falta de respuesta, situaciones en las que nos ha faltado ser responsables y sujetos para que las cosas puedan cambiar; no solamente la crisis que provoca un microorganismo, sino la crisis que provoca el egoísmo, el replegar sobre nosotros mismos y que también provoca dolor y sufrimiento”, resaltó.
Pidió, al terminar el recorrido del vía crucis, contemplar a Jesús con los brazos abiertos, muerto en la cruz para abrazar al pueblo en su dolor, en su sufrimiento; “para abrazar el camino de la cruz, para no olvidar los cristianos, y eso es lo que queremos compartir con quienes no viven nuestra misma fe o el mismo estilo, quienes son indiferentes, que Jesús camina en la vida con nosotros”.