A pesar de que a nivel nacional el estado de Veracruz está por debajo de la media nacional en consumo de drogas de manera adictiva, en los últimos años se ha detectado un incremento en la población de 18 a 34 años; además, es una de las tres entidades con aumento significativo de consumo de cocaína.
Ante este panorama, investigadoras de la Universidad Veracruzana realizaron un estudio que concluye que los cambios que tienen la familia y la escuela en la socialización y formación de las personas de esta época genera malestares que explican el consumo de sustancias psicoactivas.
Las drogas se convierten en una opción para el sufrimiento, pero después dejan de ser satisfactorias y sobrevienen la adicción y la disminución en la calidad de vida, indica el resultado de la investigación, presentado en el volumen 34, número 3, de la revista “La Ciencia y el Hombre”.
“A través de su consumo se busca obtener la satisfacción negada desde la infancia, a pesar de que esta es transitoria, parcial, efímera y conduce al sufrimiento que resurge cuando se entra en la adicción”, enfatizan Verónica Pérez Islas y Xóchitl de San Jorge Cárdenas.
A partir de entrevistas a personas internas en centro de tratamiento de adicciones, las especialistas en ciencias médicas identificaron que la ausencia de un familiar en momentos de vulnerabilidad de los jóvenes tuvo que ver en el consumo adictivo.
Apuntan que las vivencias de los jóvenes se caracterizaron por la falta de alguien que estuviera presente para reconocer y aceptar su singularidad, y que atendiera, cuidara y protegiera necesidades básicas para su bienestar psicológico.
“La familia y la escuela están dejando desprotegidos, descuidados y sin una autoridad que regule la conducta desde temprana edad, quedando en el desamparo emocional y conductual”, precisan.
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Entre las consecuencias mencionan la inestabilidad, la insatisfacción y el vacío, y refieren que los jóvenes también estuvieron expuestos a riesgos que vulneraron su integridad física y psicológica.
Los participantes dijeron haber pasado por sufrimiento, miedo, enojo, frustración y angustia, que buscaron aminorar con la satisfacción que produce el consumo de drogas.
“Las drogas se convirtieron en su acompañante durante varios años, para llenar el vacío emocional y fugarse de la insatisfacción de la vida. Finalmente esperaban, bajo los efectos de las drogas, establecer una conexión con los demás, ante la ausencia de vínculos sólidos, sobre todo en el contexto familiar”.
POLICONSUMIDORES
En el artículo “¿Por qué consumen drogas los jóvenes?”, las integrantes del Instituto de Investigaciones Psicológicas y del Instituto de Ciencias de la Salud de la UV explican que los entrevistados usaron una gran variedad de sustancias, como mariguana y hachís, pero también estimulantes como la cocaína, crack, tabaco, cristal y éxtasis.
Entre los depresores consumidos nombraron el alcohol, los inhalables y las benzodiacepinas. También alucinógenos como los hongos, LSD, jarabe para la tos y floripondio.
Señalaron que los participantes del estudio eran policonsumidores; la mayoría de ellos utilizaron entre cinco y nueve sustancias, y solo dos personas usaron entre tres y cuatro sustancias.
Las investigadoras identificaron que el consumo de alcohol se inició a edades muy tempranas, entre los nueve y doce años, y que la mayoría inició su consumo en la adolescencia, con tabaco, mariguana y cocaína, mientras que de los 18 años en adelante utilizaron sustancias más potentes y dañinas.
Destacaron que la sustancia de preferencia, de mayor impacto y por la cual se acudió a tratamiento fue la mariguana, seguida del alcohol, y en menor proporción, el crack, la cocaína y los inhalables.
Verónica Pérez y Xóchitl de San Jorge enfatizan que comprender por qué los jóvenes consumen de manera adictiva debe contribuir a la creación de estrategias de intervención, sensibles y acordes con sus necesidades.