Ante posibles cambios radicales a los lineamientos que rigen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la doctora Zaira Domínguez Esquivel manifestó la necesidad de que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) tome en cuenta a los involucrados y los haga partícipes en la toma de decisiones.
En entrevista, la investigadora y catedrática de la Universidad Veracruzana puntualizó que no es que vayan en contra de los cambios que se tengan que hacer, “porque todo es perfectible”, sino que les preocupa no haya una postura de parte del Conacyt sobre la veracidad del documento “Refundación del Sistema Nacional de Investigadores”.
Explicó que dicho texto ha circulado libremente y, entre otros puntos, plantea la desaparición del nivel candidato, la reestructuración de las áreas de conocimiento, de siete a tres, así como el impacto en la percepción de los apoyos económicos.
“Sabemos que la pandemia viene aparejada de una crisis económica. Estamos conscientes de eso, pero a lo mejor se podría, a través del diálogo, buscar mecanismos y llegar a un acuerdo que no fuera tan drástico para toda la comunidad científica”, expresó.
Zaira Domínguez, quien es investigadora de tiempo completo de la Unidad de Servicios de Apoyo en Resolución Analítica de la UV, evidenció que en los últimos tiempos no se toma en cuenta al Foro Consultivo para la toma de decisiones, aun cuando está legalmente considerado como un órgano autónomo para apoyar al Conacyt.
Expuso que también han sido relegados los miembros del SNI que participaban en las comisiones de evaluación y en la construcción de políticas.
Con respecto a por qué es importante llegar a acuerdos, la especialista en Química Orgánica puntualizó que, en el caso de la ciencia aplicada, ayuda a resolver problemas fundamentales.
Ejemplificó con el tema de las vacunas anti -Covid, pues en la actualidad México tiene que entrar a la pelea por conseguirlas, cuando en las décadas pasadas fue un productor de vacunas y era autosuficiente en esa rama.
“Se desmanteló toda esa infraestructura que existía para que el país pudiera ser autosuficiente en vacunas y ahora estamos pagando las consecuencias, y así en varios aspectos”, manifestó.
En el caso de quienes trabajan en arqueología e historia, cuestionó quiénes harían ese trabajo que le da identidad al país y a los mexicanos.
“La importancia de la ciencia abarca desde resolver problemas concretos y hasta explorar temas de investigación que de repente no se les ve la aplicación a corto plazo pero que a la larga pueden servir para resolver algunos problemas”, enfatizó.
FUGA DE CEREBROS
Ante este panorama, dijo que ella y un grupo de colegas decidieron compartir públicamente su postura a través de redes sociales, la cual también fue enviada por correo electrónico a quienes están en la dirección del SNI y Conacyt.
De los temas especificados, dijo que una de las grandes preocupaciones es qué va a suceder con las personas que están iniciando una carrera y que representan el 26 por ciento del número de investigadores del Sistema.
Detalló que tradicionalmente hay cinco niveles —candidato, nivel 1, 2, 3 y Emérito— en orden ascendente, de acuerdo con la producción y la calidad del trabajo de una vida académica, de tal forma que el nivel candidato es generalmente para la gente joven.
Otro de los aspectos que señaló es la posible reestructuración de las áreas de conocimiento, pues las siete existentes se reclasificarían, aun cuando estudiosos del área de Humanidades podrían no encajar en esta nueva redistribución de las disciplinas.
Rememoró que el Sistema surgió en los años 80 por la precarización de los salarios a los científicos mexicanos para evitar la fuga de cerebros.
“La idea era proporcionar un salario decoroso para que la gente no emigrara a otros países. Creo que a todos los profesores del país hemos visto cómo se han ido precarizando los salarios y el Sistema sí funciona como un apoyo importante para continuar haciendo la labor científica”.
Detalló que además del apoyo que brinda el Sistema, las universidades y centros de investigación tienen sus propios mecanismos para evaluar a los profesores y, a través de diferentes fondos, les dan un estímulo.
“El documento que circula indica que tenemos el SNI o el otro estímulo. No se puede tener los dos. Se ha valorado qué impacto va a tener esto frente a la posible fuga de cerebros y qué impacto tendría en las generaciones futuras, ante una carrera académica que podría ser poco interesante porque está bastante precarizada la cuestión económica”.
Reiteró que la clave es que se permita establecer vínculos eficientes de comunicación para beneficio de todos.
Zaira Domínguez es miembro del SNI desde el 2005. Actualmente trabaja en la química verde en búsqueda de procesos que sean más amigables con el medio ambiente.
Compartió que trabaja en el diseño de disolventes que puedan sustituir a los disolventes orgánicos tradicionales que son más contaminantes porque se volatilizan fácilmente en la atmósfera.
Su grupo, añadió, diseña disolventes a partir de materias primas de origen natural y que tengan poca volatilidad.