Orizaba, Ver.- Hace media década, el policía que vigilaba las instalaciones en la cima del cerro del Borrego vivió una experiencia insólita y digna de una novela de ciencia ficción. Cuenta el patrullero que en la madrugada se encontraba dentro de la cabaña donde solía refugiarse del gélido frío de invierno, cuando escuchó un fuerte ruido, como el de un ave, pero de grandes dimensiones, que revoloteaba entre los pinos.
Relató que salió con lámpara en mano para recorrer en medio de la penumbra la montaña, con miedo. El halo de luz alumbró los locales y la capilla de la Virgen de Guadalupe, pero no encontró nada.
Te puede interesar: Vivió en el Cerro del Borrego lo que le pareció una fantasía
Expresó que los ruidos del aleteo de un ave gigante se escuchaban cada vez más cerca, pero también escuchó gruñidos que hicieron que se erizara la piel y sintió escalofríos en el cuerpo.
Caminaba tembloroso y agitado, su corazón palpitaba rápidamente y el miedo invadía el escenario. De pronto llegó un silencio sepulcral y al apagarse la lámpara sacó el celular de la bolsa de la chamarra y observó una figura humanoide con alas, que fotografió sin pensarlo. Posaba en el frondoso árbol y logró captar dos o tres imágenes del extraño ser que abrió las alas para volar y perderse en la oscuridad.
Amanecía y empezaron a llegar deportistas y amigos, a quienes mostró las fotografías de su celular, pero pocos le creían, aun así, las siguió enseñando. Nunca compartió las imágenes, pero al otro día de forma inexplicable, se borraron del celular como si la gárgola no quisiera salir a la luz pública.
Cuando entrevistamos al policía y preguntamos su nombre, no quiso decirlo, prefiere permanecer en el anonimato, aunque afirma sin titubear que observó y grabo con su teléfono a la gárgola.
Se cree que las gárgolas que se observan en lo alto de famosos edificios del mundo tenían como objetivo simbólico proteger las iglesias de espíritus malignos y recordar a los herejes y enemigos de la fe, que el templo contaba con protección divina.